La toma de Brasilia
La caverna, el caos y las banderas
Apenas una semana después de asumir la Presidencia de Brasil, Luiz Inacio Lula da Silva se enfrentó a su primera gran crisis -y tal vez la más peligrosa para la democracia brasileña en décadas- cuando miles de bolsonaristas (seguidores del ex presidente Jair Bolsonaro, perdedor en las últimas elecciones), ocuparon y destruyeron el interior de las sedes del Congreso, la Presidencia y el Tribunal Supremo, en un movimiento que recuerda claramente a lo ocurrido en 2021 en el Capitolio estadounidense de Washington DC. Al igual que entonces, hay tres grandes cuestiones que, a vuela pluma, considero interesante tener en cuenta para entender este coup de force (golpe) fracasado:
En primer lugar, la emocionalidad y el concepto de caverna. Platón (filósofo griego: Atenas, 427 – 347 a. C.), hablaba de un grupo de prisioneros que se encontraban encadenados desde niños dentro de una caverna. Allí, veían sombras en las paredes y para ellos esa era su única realidad. Cuando un prisionero logró salir y se dio cuenta de que esas sombras eran personas como ellos, reflejadas por el fuego, regresó para explicarlo pero nadie le creyó.
Aquellos prisioneros seguían defendiendo que la suya era la verdad, que la realidad era la que ellos observaban. Las sombras existían. En cierto modo, y siguiendo con la alegoría de Platón, pareciera que muchas personas se han ido a vivir a cavernas, donde todos creen lo mismo, y se retroalimentan de noticias e historias -reales o no- que les dan la razón y reafirman sus creencias. En tiempos de polarización es más cómodo agazaparse dentro de una caverna donde todo el mundo te da la razón, que no salir a comprobar otras versiones, otras realidades.
En esa caverna metafórica sentimos que tenemos la razón porque todo el mundo que nos rodea nos la da constantemente.
Atacar las instituciones del Estado -no tengo duda- debía ser (según sus teorías distribuidas vía redes sociales) el detonante para una reacción inmediata del ejército y del resto de fuerzas vivas del país, que iban a ayudarlos a devolver a Bolsonaro al poder que nunca debieron robarle. Porque miles de personas dan total veracidad a que las elecciones fueron amañadas, y que con esa estratagema están atacando el corazón mismo del país y a su democracia. Es la lucha indignada contra lo que consideran injusto. Los indignados más radicales -y creyentes- de Bolsonaro se reunieron ese domingo a las puertas de las instituciones brasileñas, y lo hicieron perfectamente organizados, vía comunidades en redes sociales. Porque esa es su verdad, alimentada por su líder, por la extrema derecha y por los medios de comunicación afines, y retroalimentada exponencialmente desde sus comunidades online y offline.
En segundo lugar, el caos y la rabia. Caos y fuerza bruta como muestra de que están ahí y de que tienen la fuerza para estar. No están solos, y son muchos, y organizados. Se sienten -otra vez la emocionalidad- víctimas, atacados. Por el establishment, por los medios de comunicación, o por enormes conspiraciones, o de la izquierda, o por el foro de Davos… Se sienten atacados en sus derechos (como evangélicos, como hombres, como personas que piensan diferente) y menospreciados en sus ideas.
Sienten rabia ante una realidad que no consideran cierta. Decía Aristóteles (filósofo griego: Stagira 384-322 a.C.) que la rabia puede tener éxito cuando tiene razones objetivas para existir.
Para ellos esas razones existen, porque se lo han repetido miles de veces, desde su líder a los medios y a sus comunidades personales. Y creían que iban a tener éxito. También Martha Nussbaum Ifilósofa americana), habla del potencial éxito político -y revolucionario- de la ira, siempre y cuando esa ira provenga del intento de restituir la injusticia. Su «injusticia».
En tercer lugar, destacaría el uso patrimonial de la bandera. Los manifestantes son el pueblo y la patria, y la bandera es su símbolo. Por eso la utilizan constantemente. Quien no está con ellos no es patriota y, por ende, no ama a la bandera y es un traidor al país. Sus enemigos no sólo van contra ellos, sino que en realidad están atacando al concepto mismo de nación. Sienten que el pueblo real (ellos) tiene el deber de defender a su país, por eso salieron ayer a las calles y rodearon las instituciones. En un claro ejercicio de polarización, quien está contra ellos está contra Brasil. Desde el populismo de extrema derecha se les ha hecho sentir (y la emocionalidad es lo que mueve a las personas) que ellos son el pueblo de a pie, que son una sociedad sana que debe luchar contra la sociedad corrupta (que diríael historiador francés Pierre Rosanvallon). Lula es lo contrario: Lula manipula, Lula polariza, Lula miente… Brasil necesita alguien que lo defienda. Ellos son ese alguien.
En definitiva, son tres las emociones que movieron a miles de personas a atentar contra la democracia en Brasil. Sentir que tenían la razón (dentro de sus cavernas), sentirse víctimas (de todos) y sentirse el pueblo elegido (que debe defenderse).
Tres emociones que han movido a miles de brasileños (sí, la mayoría son hombres) a movilizarse por lo que consideran justo. Por muy disparatado que sea, por muy erróneo. Porque confían en un Bolsonaro cuyas palabras y acciones hace tiempo que superaron lo superable. Ganar a cualquier precio, con una retórica populista, con polarización y búsqueda de antagonistas, tiene consecuencias: hay gente que se lo cree y hay gente que es capaz de saltar al abismo. Lo pudimos observa. Por desgracia, no será la última vez.
Xavier Peytibi es consultor político y politólogo.
Condena internacional al asalto del Congreso de Brasil por los seguidores de Jair Bolsonaro
El asalto al Congreso de Brasil por simpatizantes del expresidente Jair Bolsonaro que pretendían forzar un golpe de Estado, fue condenado de inmediato a nivel internacional tanto por gobernantes de izquierda afines a Luiz Inacio Lula da Silva, como por dirigentes de la derecha.
El primero en pronunciarse en redes sociales fue el presidente de Colombia, Gustavo Petro, para pedir la aplicación de la Carta Democrática de la Organización de Estados Americanos (OEA). “Es hora urgente de reunión de la OEA si quiere seguir viva como institución y aplicar la carta democrática”, publicó Petro en su cuenta en Twitter. “Toda mi solidaridad a (Luiz Inácio) Lula (Da Silva) y al pueblo del Brasil. El fascismo decide dar un golpe. Las derechas no han podido mantener el pacto de la no violencia”.
También reaccionaron el presidente de Chile, Gabriel Boric, y el de Argentina, Alberto Fernández, que han criticado el “impresentable” ataque de los bolsonaristas y la “inaceptable reacción antidemocrática que intenta imponerse en Brasil”.
“Impresentable ataque a los tres poderes del Estado Brasilero por parte de bolsonaristas.
El gobierno de Brasil cuenta con todo nuestro respaldo frente a este cobarde y vil ataque a la democracia.
La democracia es el único sistema político que garantiza libertades y nos obliga a respetar el veredicto popular”, escribió Boric.
Mientras que Fernández fue igualmente muy contundente en su rechazo a lo ocurrido:
“Como presidente de la #CELAC y del #MERCOSUR, pongo en alerta a los países miembros para que nos unamos en esta inaceptable reacción antidemocrática que intenta imponerse en Brasil. Demostremos con firmeza y unidad nuestra total adhesión al Gobierno elegido democráticamente por los brasileños que encabeza el presidente @LulaOficial”.
Por su parte, el jefe de Estado de Ecuador, el conservador Guillermo Lasso, se sumó a las críticas contra “las acciones de irrespeto y vandalismo” perpetradas contra “instituciones democráticas”, ya que “atentan contra el orden democrático y la seguridad ciudadana”.
“Expreso mi respaldo y el de mi Gobierno al régimen de Lula, legalmente constituido”, ha remarcado Lasso.
“Condeno las acciones de irrespeto y vandalismo perpetradas a las instituciones democráticas en Brasilia, pues atentan contra el orden democrático y la seguridad ciudadana. Expreso mi respaldo y el de mi Gobierno al régimen de @LulaOficial legalmente constituido”.
También ha condenado los hechos Estados Unidos. El presidente Joe Biden afirmó que la voluntad del pueblo de Brasil no debe ser socavada y dijo que desea “seguir trabajando” con su homólogo brasileño, Luiz Inácio Lula da Silva.
“Condeno el asalto a la democracia y la transferencia de poder pacífica en Brasil”, indicó el mandatario estadounidense en su cuenta de Twitter.
En general el mundo civilizado y democrático, rechazó esta salvaje acción, de gente que, sin duda, está enferma.
TEMA DE PORTADA
Xavier Peytibi
Para Ecuador News
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