Urgente unidad y comunicación
Por Miguel Rivadeneira Vallejo
Mientras la mayoría de políticos y de la oposición legislativa sigue su agenda de generar caos y desbaratamiento del país, haciéndole el juego a la violencia e inseguridad, se advierte debilidad institucional y falta de liderazgo para hacer frente a esta realidad que siembra miedo y temor en los ciudadanos. Esta amenaza quiere imponerse por la fuerza de las balas en las calles y los votos en la Asamblea cuando debiera haber liderazgo claro del Ejecutivo y una actuación firme de FF.AA. tras el anuncio de la militarización del país por esta emergencia.
Ecuador requiere urgente unidad y una campaña informativa permanente para que los ciudadanos entiendan el actual momento. Parte del éxito de la guerra con Perú (1995), aún cuando sean 2 hechos diferentes, tuvo 3 elementos fundamentales: la unidad nacional, el liderazgo presidencial y militar y la información abierta, oportuna y coordinada, que hoy no existen. El Ejecutivo debe liderar las acciones desde el Consejo de Seguridad Pública y la tarea militar desde FF.AA., institución respetable y profesional, que brillara en el Cenepa, y que hoy no exhibe liderazgo, sin conexión hacia afuera. La comunicación, formal e informal, es vital y daría la impresión que no se dimensiona la coyuntura actual. Liderazgo que deben exhibir los jefes militares y cabal conocimiento de sus miembros de la grave situación interna porque no solo está en riesgo la soberanía e integridad territorial sino la unidad interna y la protección del Ecuador como un territorio de paz, según la Constitución.
Además del Ejecutivo, aquí han fallado todos. El Legislativo, cuya mayoría trabaja en su agenda desestabilizadora. El Judicial, con ciertos operadores de justicia que abusan, favorecen y dejan libres a delincuentes. Gremios sociales, indígenas y transportistas que quieren aprovechar el momento para levantar sus demandas, que aunque sean justas no es momento para atizar el fuego. El Estado no puede seguir perdiendo el control y dejar que la otrora isla de paz se transforme en infierno de violencia.
OPINIÓN
Miguel Rivadeneira Vallejo
Columnista Invitado
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