Guerra mundial de monedas
Por Tatiana Hidrovo Quiñónez
Es indiscutible que estamos ante un momento de transformaciones múltiples, que están generando un “cambio de época”. Sin embargo, también es cierto que tales transformaciones se dan dentro de un viejo sistema global en el que prevalece el dinero y la ganancia como los dos principales referentes y valores que determinan las relaciones sociales en todo el orbe. Dentro del escaparate, prácticamente no funciona ningún tipo de relación que no esté mercantilizada. Por ello, la cuestión de las divisas que sirven como formas de pago y símbolos internacionales para la acumulación de la riqueza, es un asunto determinante.
Cada cierto tiempo, según se mueve el orden mundial, aparece en el escenario la guerra de divisas patrocinadas por potencias controladas por corporaciones. La historia nos dice que antes de la globalización, sistema económico que integra a todos los continentes, una de las monedas – divisa más fuertes fue el florín de oro, cuya estabilidad venció siglos al no ser devaluada y conservar el mismo peso en su mental constitutivo: en ese tiempo, el dinero estaba hecho de metal precioso.
En otro momento significativo de la historia dominó el real de a ocho español, quizás la primera divisa mundial apreciada durante al menos tres siglos en múltiples lugares, entre ellos China. La independencia llevó a los pueblos americanos a abandonar el poderoso sistema monetario español, para entrar en el que impulsaba Inglaterra, cuya moneda referencial era la libra esterlina. Poco después, ya en el siglo XX, el dólar norteamericano había vencido a la libra esterlina. Desde el siglo XIX, Latinoamérica siempre ha dependido de una divisa ajena.
Actualmente nos encontramos frente a otro momento especial en el que se pretende derribar al dólar como moneda dominante. Se trata del proyecto impulsado por el grupo de los BRICS conformado por China Rusia, India, Sudáfrica y Brasil, que plantean formas de pago no dolarizadas y una posible divisa digital. Sin embargo, para lograr que el mundo migre hacia una nueva moneda, esta debe generar confianza para la acumulación de riqueza en el tiempo, factor que se buscaría respaldando la futura emisión en oro y recursos naturales localizados en América Latina. Aunque derivada, esta es la misma fórmula que aplicó el imperio español, que se apropió de las minas de plata americana para la fabricación de su divisa.
OPINIÓN
Tatiana Hidrovo Quiñónez
Especial para Ecuador News
Para ver más noticias, descarga la Edición