Abro las puertas…
Por Simón Valdivieso Vintimilla
Abro las puertas de mi casa y de mi corazón y cuento mi camino para que el derecho a la muerte digna lo tengamos todos los ecuatorianos. Esa es la frase con la que Paola Roldán Espinosa, pone en la cancha de la Corte Constitucional un tema muy sensible y con ello abre el debate de la eutanasia, que ya estuvo en manos del legislador del siglo 20 y se quemó el pan en la puerta del horno, dice la abuela de la casa.
El tema de la eutanasia es sin duda un asunto complejo y polémico que plantea desafíos significativos para los ecuatorianos y para la sociedad en general. Implica la ponderación de valores fundamentales como el derecho a la vida y el derecho a una muerte digna, una muerte apacible o muerte sin sufrimiento, favorecida por otros, en una suerte de ejercicio de un principio humano, no religioso como es la conmiseración, es decir tomando prestado de la biblia, el buen samaritano.
La Constitución ecuatoriana reconoce el derecho a la vida como un derecho fundamental e inviolable, tan es así que la legislación sanciona el homicidio, es decir la muerte voluntaria dada a una persona. Este principio es central en la discusión sobre la eutanasia, ya que algunos argumentan que la vida debe ser preservada en todas las circunstancias, lo cual viene a ser una opción más no una obligación. Por otro lado, la noción de muerte digna se refiere a la posibilidad de poner fin al sufrimiento extremo y a la agonía prolongada en ciertas situaciones médicas irreversibles. Se argumenta que permitir la eutanasia puede ser una manera de respetar la dignidad de los pacientes, es decir el derecho a una vida digna, pues la dignidad es el derecho de los derechos y no una dádiva del legislador.
La eutanasia plantea preguntas fundamentales sobre la autonomía de los individuos en lo que respecta a decisiones sobre su propia vida y muerte. Algunos argumentan que las personas deberían tener la libertad de elegir cómo y cuándo quieren poner fin a su sufrimiento de tal suerte que el suicidio no está penado, aunque históricamente el derecho canónigo era severo, tan es así que a la poeta y polemista Dolores Veintimilla de Galindo se le prohibió la sepultura en el panteón en el siglo 19.
En última instancia, la cuestión de la eutanasia es un tema delicado y complejo que requiere un análisis detenido y una reflexión profunda sobre los valores y principios fundamentales que guían la sociedad ecuatoriana. Cualquier decisión al respecto deberá ser tomada con gran sensibilidad y consideración por el bienestar y la dignidad de las personas involucradas.
Es importante que la sociedad ecuatoriana participe en un diálogo abierto y constructivo sobre este tema, considerando que la eutanasia, por ejemplo, es aceptada en países vecinos como Colombia y Perú, y que es una práctica tras bastidores en una sociedad mojigata e hipócrita como la ecuatoriana, por lo tanto, urge el pronunciamiento de la Corte Constitucional, dando la priorización debida.
Paola Roldán Espinosa ha puesto la cara y reclama el derecho a morir con dignidad, que de pronto es lo que muchos ecuatorianos también estamos pensando, exige un pronunciamiento pronto y oportuno de la justicia constitucional, y aspiramos que no se ponga la pelota en la cancha del legislador como lo que sucedió en el caso del aborto, sino se apueste a declarar la constitucionalidad condicionada del articulo 144 del COIP y que se considere inaplicable y no punible, en el contexto de una muerte digna, como reza la demanda presentada y con el apoyo profesional de Ramiro Ávila Santamaria, Farith Simon y Pablo Encalada.
OPINIÓN
Simón Valdivieso Vintimilla
Especial para Ecuador News
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