Acuerdos Alianzas Pactos Impunidad o más Corrupción
Por Mariano Jara
Levi Eshkol, un antiguo primer Ministro israelí, era un político incansable a la hora de buscar un acuerdo. Se decía de él, que era tan partidario del compromiso que, cuando se le preguntaba si quería té o café, contestaba: “mitad y mitad”.
A veces el deseo de encontrar un compromiso puede ocultarnos el hecho, tan propio de nuestra condición política ecuatoriana, de que hay que elegir entre bienes que no son del todo compatibles, que el acuerdo no siempre es posible y que muchas veces resulta necesario optar o decidir. En estos días “sapos y culebras” entonan el himno a la paz y buscan acuerdos, convenios, alianzas, pactos, negociaciones, aunque en realidad, no saben la letra, ni la música.
La Asamblea Nacional es un espacio donde la “política” se enfrenta al conflicto (de intereses). La política debe ser el espacio donde las diferencias se dirimen a través de la negociación, acuerdos y el dialogo, pero a favor del país.
Los movimientos políticos deben ser más que la búsqueda del poder por el poder, que es la lógica que prevalece cuando se suprime el conflicto o divergencias y se fuerza la unidad, cuando esta no pudo conseguirse con liderazgo, a costa de la formación de la ciudadanía, de la práctica cotidiana de la democracia que le convierte en costumbre, luego en hábito y al final en cultura.
La oposición se considera un elemento básico y esencial en los regímenes democráticos. Su importancia radica en que son el factor de control y limitación de los gobiernos en turno y la alternativa a la formación de nuevos gobiernos. En algunos casos, esa oposición, de acuerdo con sus intereses, puede aliarse con el partido gobernante, incluso con sus opositores.
En un régimen parlamentario como el del Ecuador 2.023 que está por instalarse, a la oposición le interesa el control del parlamento. En los sistemas bipartidistas, le corresponde al partido en el poder poner en práctica su plan de gobierno y a la oposición desempeñar las funciones de control sobre él mismo, así como ofrecer al electorado un programa alternativo al vigente.
En los sistemas multipartidistas, no se produce esta polaridad y las fronteras entre la oposición y el gobierno se desdibujan debido a la variedad de comportamientos que pueden adoptar los partidos o movimientos políticos que forman la oposición, los cuales pueden funcionar como apéndices del gobierno hasta construir una oposición frontal.
El conflicto es el mejor combustible para echar a andar una sana democracia, pero siempre que este sea superado con altura y sus beneficios vayan al pueblo no a los políticos de bajos instintos. Las posturas radicales altisonantes que ya se escuchan en los pasillos de los movimientos políticos o tabernas de la politiquería deben tener poco futuro en la democracia ecuatoriana. Por desgracia el “todo o nada”, cancela cualquier debate, diálogo o intentos de acuerdo y lo sitúa en sitios irreconciliables, esto impide que nadie gane, pero todos pierdan.
Suprimir las diferencias, conflictos o desacuerdos, suele ser casi siempre un atentado sobre los valores que sostienen la democracia. Los grupos de oposición hacen resistencia, sirviéndose de métodos y medios constitucionales legales, ilegales y violentos.
A pocos días de la instalación de la Asamblea Nacional, se está definiendo el perfil del nuevo Presidente de este organismo, pero todo por el momento “bajo la mesa”; mientras el anti/correísmo y el Movimiento Construye 25 rechazan una posible alianza parlamentaria y cada minuto que pasa se vuelve un diálogo hostil.
Lo que sí está claro, es que Daniel Noboa, Presidente electo, cuya posesión se anuncia para el 30 de noviembre, debe acordar con todas las fuerzas políticas presentes en la Asamblea Nacional. Pero, cualquier pacto con la Revolución Ciudadana RC5 (si lo hacen) NO debe incluir ningún tipo de impunidad, todo debe ser claro, nada en el túnel y peor ahora que no hay energía eléctrica.
La gobernabilidad dejaría como resultado, que todo legislador busque réditos a cambio del voto. El pre-acuerdo que hay al momento PSC-RC5-ADN para elegir a Henry Kronfle, no será gratuito. El país para los politiqueros es secundario y el pueblo no les interesa, por ese motivo sonríen a mandíbula batiente, mientras le meten la mano al bolsillo. En estas circunstancias, es imprescindible evitar en estos tiempos turbulentos, giros y lavado de manos de los políticos y cavar la fosa para el pueblo ecuatoriano, con horizontes inciertos.
Resulta ineludible la participación ciudadana, nos permite vigilar y controlar la gestión de nuestros gobernantes, solo así la ciudadanía hace escuchar y puede tomar parte en los asuntos públicos. Lo que sí está claro, es que la participación ciudadana no aparece mágicamente en un régimen democrático, ya que el Estado debe construir las condiciones que permitan efectivizarlo.
OPINIÓN
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