La Revolución Rusa y el Día de la Unidad Popular
Por Rodolfo Bueno
Rusia es el país más grande del mundo, supera los 17 millones de km² y desde Europa hasta Asia tiene once husos horarios. Los rusos son eslavos, descendientes de guerreros vikingos, que se cristianizaron el 988, luego del bautismo del Príncipe Vladímir. La simbiosis de las culturas eslava y bizantina, llevada a cabo por los santos Cirilo y Metodio, caracteriza al Imperio Ruso y a la Rusia moderna. Desde el 2005, Rusia celebra el 4 de noviembre como el Día de la Unidad Popular. En esa fecha, en 1612, se produjo el levantamiento del pueblo ruso, que expulsó a las fuerzas de ocupación de Polonia y Lituania.
El 5 de abril de 1242 se libró la batalla sobre el lago congelado Peipus, en la que las cruzadas católicas de Roma, creadas para convertir al catolicismo romano a los ortodoxos de Novgorod, fueron derrotadas por el príncipe Alexander Nevski.
El 8 de septiembre de 1380 se produjo la batalla de Kulikovo, en la que los rusos y rebeldes lituanos, comandados por el príncipe Dmitri Donskói, vencieron a tártaros, mongoles y lituanos, al mando de Kan Mamái.
Iván el Terrible, zar desde 1547, derrotó a los janatos tártaros, y a partir de esta victoria el Principado de Moscú se expandió y conformó el Imperio ruso, que llegó a extenderse desde Polonia y Finlandia hasta el norte de California y Alaska.
Pedro I, el Grande, derrotó a los suecos en Poltava, fundó San Petersburgo y la Academia de Rusia. Catalina II, la Grande, continuó la obra de Pedro I y en 1783 derrotó al Imperio otomano, conquistó para el Imperio ruso la península Táurica, Crimea, y empujó las fronteras rusas hasta el río Dniéster.
La batalla de Borodinó tuvo lugar el 7 de septiembre de 1812. En ella se enfrentaron la Grande Armée de Francia, compuesta por soldados de casi toda Europa y bajo el mando de Napoleón, y el ejército ruso comandado por el príncipe Kutúzov. El zar Alejandro I proclamó esta guerra como la Guerra Patriótica en defensa de Rusia. Muy pocos miembros de la Grande Armée regresaron a Francia.
En Rusia no hubo ni inquisición ni esclavitud sino servidumbre, que fue abolida por el zar Alejandro II, quien emprendió reformas que facilitaron la industrialización de Rusia. Después de la Revolución de 1905, el zar Nicolás II nombró Primer Ministro a Stolypin, que implementó un plan de modernización; su muerte en 1911, en un atentado terrorista, frenó sus reformas.
La Revolución Rusa del 7 de noviembre de 1917 la realizaron los bolcheviques, o comunistas, una rama de la socialdemocracia rusa, contra los mencheviques, otra rama de la misma socialdemocracia.
Los acontecimientos revolucionarios se dieron de la manera siguiente: la poca preparación de Rusia para la Primera Guerra Mundial le significó una serie de reveses; comenzaron las manifestaciones políticas, las huelgas ininterrumpidas y los asaltos a los locales comerciales; se generalizó el descontento colectivo; las fuerzas populares se organizaron en los Soviets, a los que se unió una parte de los miembros de la Duma, ya disuelta por el zar, y juntos lo derrocaron en abril de 1917. Terminó así la dinastía de los Romanov, que había gobernado Rusia los últimos tres siglos, y se instauró el Gobierno Provisional, presidido por el Príncipe Lvov y Kérenski.
Las diferencias entre este Gobierno y los Soviets se hicieron patentes a propósito de la continuación de Rusia en la guerra. Los órganos de poder fueron captados en su mayoría por los bolcheviques, que exigían la salida de Rusia del conflicto, la paz inmediata y la profundización de las conquistas populares. Poco después del regreso de Lenin del exilio, los destacamentos de obreros y soldados asaltaron el Palacio de Invierno, lo que fue el inicio de la primera Revolución Socialista de la historia.
La muerte de Lenin provocó la lucha política entre los partidarios de Stalin y los de Trotsky. Según Stalin, el socialismo podía ser construido en Rusia por tratarse de un país gigantesco y muy rico en recursos; en cambio, Trotsky postuló la tesis de la Revolución Permanente, según la cual, la toma del poder en un país atrasado, como Rusia, no sobreviviría a menos que la revolución triunfara en los países desarrollados.
Finalmente, triunfó Stalin, y Trotsky, mediante una facción de la III Internacional, organizó la Oposición de Izquierda Internacional, se exilió y, después del triunfo de Hitler en Alemania, formó la IV Internacional. Ya asilado en México, fue asesinado por Ramón Mercader, un agente misterioso de los servicios secretos soviéticos.
La Unión Soviética se desarrolló mediante planes quinquenales, que la transformaron en la segunda potencia mundial. Pese a ello, estuvo al borde de desaparecer, derrotada por la coalición militar que en 1941 aglutinó bajo el mando de Hitler a toda la Europa ocupada por Alemania y provocó la muerte de 27 millones de soviéticos. Sin embargo, después de heroicas batallas y de liberar a una veintena de países del yugo nazi-fascista, las tropas soviéticas entraron a Berlín y el 2 de mayo de 1945 izaron la bandera roja en el Reichstag, el parlamento alemán. Una semana después, el 9 de mayo, Alemania capitula ante los Aliados. La guerra ocasionó a la URSS la destrucción de bienes materiales por un valor actual incalculable; el pueblo soviético, sin ayuda de nadie, reconstruyó su país.
La Segunda Guerra Mundial se desarrolló, en lo fundamental, en el Frente Oriental, donde se libraron las más importantes y decisivas batallas, que significaron el viraje radical de la guerra y resquebrajaron la espina dorsal de la Werhmacht, las Fuerzas Armadas de Alemania Nazi, que solo conoció victorias cuando de manera arrolladora marchó a lo largo y ancho de Europa, esclavizando a sus pueblos y apoderándose de sus industrias y riquezas. Gracias a la valentía y enorme espíritu de sacrificio del pueblo ruso y de las demás naciones que conformaban la Unión Soviética, la humanidad está libre de haber sido esclavizada por el nazi-fascismo, pues en las entrañas de este gigantesco país fue destrozado sobre el 75% de la Werhmacht.
La guerra contra la URSS fue de exterminio. Para los nazis, en el Frente Oriental se daba la lucha entre el nazismo, basado en el valor de la sangre germánica, y los rusos, una mezcla de razas de nombres impronunciables, que debían ser aniquilados sin piedad ni compasión. Hoy se repite la misma lucha bajo la misma rusofobia, sólo que dirigida por los Neocon, un poderoso grupo estadounidense que está dispuesto a todo con tal de mantener la supremacía de EEUU sobre el resto del mundo y cuya obsesión es acabar con Rusia, y así desaparecer al único competidor serio que frena sus pretensiones hegemónicas. Pero Rusia tiene el potencial político y espiritual, las tradiciones religiosas y culturales, heredadas de la vieja Rusia, necesarias para vencer y convertirse en el paladín de las causas más nobles; prueba de ello es su posición frente al genocidio que sionismo israelí comete contra el heroico pueblo palestino, para lo cual Israel aduce su tan cacareado derecho a defenderse.
Según Vasili Nebenzia, representante de Rusia en la ONU, es espurio el derecho a la autodefensa, pues Israel se debe regir por normas internacionales, consagradas en la Carta de la ONU, propias de una potencia ocupante, e indicó que la ocupación de Palestina fue declarada ilegal en numerosas resoluciones de la ONU, e Israel está obligado a retirarse de los territorios ocupados y garantizar el derecho del pueblo palestino a la autodeterminación.
De acuerdo a Nebenzia, Israel ignora descaradamente la opinión de la gran mayoría de miembros de la ONU, incluidas las de muchos países occidentales, sobre la necesidad de poner fin a la violencia. “Hoy en día, la tarea prioritaria de la comunidad internacional es parar el derramamiento de sangre, minimizar el daño a la población civil y reorientar la situación hacia la dimensión político-diplomática. Para lograr ese objetivo, hay que relanzar un proceso de negociaciones entre palestinos e israelíes, con la finalidad de resolver el conflicto sobre la base de la ‘solución de dos Estados’, el Estado independiente palestino en las fronteras de 1967, con Jerusalén del Este como su capital, y la coexistencia pacífica con Israel”; esta posición la comparte la inmensa mayoría de países del mundo, incluido Ecuador.
Por el contrario, Amichay Eliyahu, ministro de Patrimonio de Israel, calificó la destrucción de la Franja de Gaza de un placer para la vista. “El norte de Gaza está más hermoso que nunca” e instó a volar y arrasar todo el territorio palestino, agredido por los israelíes, en el marco del actual operativo terrestre.
Y nadie impone a estos criminales desquiciados, abundantes en el gobierno israelí, ningún tipo de sanciones como las que se aplica a los mandatarios que se oponen a la caduca hegemonía de EEUU. Es hora de que Israel y EEUU tengan mandatarios que gobiernen con sabiduría y equidad, que busquen la paz y el entendimiento entre los pueblos y abandonen la política de imposición que han mantenido hasta la fecha; caso contrario, nadie sobrevivirá a la crisis que actualmente asola el planeta.
OPINIÓN
Rodolfo Bueno
Corresponsal de Ecuador News en Quito
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