El odio y la maldad
Por Duglas Rangel
«El odio es el más accesible y completo de todos los agentes unificadores…Los movimientos de masas pueden surgir y extenderse sin la creencia de un Dios, pero nunca sin la creencia en un diablo». (Eric Hoffer).
Durán es la ciudad más violenta del Ecuador y Guayaquil es la ciudad más violenta de América Latina. ¿Es violencia delictiva lo que estamos viviendo y sufriendo o es el odio entre bandas de delincuentes que nos ha llevado a este nivel de muertes violentas grande y dolorosa? Sostengo que estos delincuentes se están matando por odio.
Hay razones económicas en esta violencia pero también odio. Interés económico y odio son dos caras de la misma moneda. En todos estos actos de maldad está el odio. El odio une, prepara, actúa para vivir la violencia contra el otro. El odio no tiene contrarios. El odio no es contrario del amor. No es contrario a la paz. Es crueldad, intolerancia, es destrucción, es caer a balas a un contrario que no me ha hecho nada personal sino que es un enemigo.
El odio es la conciencia del mal. El odio es el odio al rico, al que piensa diferente, al que tiene lo que yo quiero. El odio saca del anonimato a tanto marginado que se prioriza ser alguien y dejar de ser marginado. Cualquiera puede odiar y también ser objeto e instrumento del odio.
La maldad ha crecido en el país. Los que salen a matar, a robar, a vacunar, extorsionar, los sicarios son la maldad misma. No representan la vida: son la muerte suelta, transitando fría y poderosa en las calzadas calientes de las calles. Estamos en guerra: las fuerzas del odio contra los ciudadanos y nuestras ganas y amor de vivir.
OPINIÓN
Duglas Rangel
Columnista invitado
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