LA RESILIENCIA
Por Eduardo Sánchez Sánchez
La palabra resiliencia se origina en el latín “resilio”. Significa volver atrás, rebotar, resaltar, volver de un salto. Se define como la capacidad de adaptación de un ser vivo frente a un agente perturbador o situación adversa. Según el psiquiatra Boris Cyrulnik, es un término que se toma de la resistencia de los materiales que se doblan, sin romperse, para recuperar la situación o forma original.
Resiliencia puede ser sinónimo de resistencia, fortaleza, invulnerabilidad, estoicismo, adaptación, superación, sobrevivencia, recuperación o sobreposición. Se soporta en la introspección que permite saber lo que pasa alrededor, comprender las situaciones y adaptarse a ellas. Se soporta también en las iniciativas, creatividad, ideología personal y hasta en el sentido del humor. Permite a ciertos individuos desarrollarse con normalidad en un contexto de salud mental y de adaptación social, pese a vivir en un entorno desfavorable, con situaciones conflictivas aún desde su niñez, constituyéndose en una ventana al optimismo y a la adaptación, en una constante mejora para el ser humano, superando la adversidad y en búsqueda de un mejor mañana.
La vida nos depara situaciones variables que no siempre son dulces ni agradables; por ende, la supervivencia y la salud de nosotros están en dependencia directa del grado de resiliencia con el que sepamos responder frente a los problemas en el diario aprendizaje de la gran experiencia de vivir.
Y hoy, más que nunca, muchos ecuatorianos sufren angustia y estrés por frecuente enfrentamiento al susto, al miedo, a la incertidumbre, al asalto, a la muerte. Cuán importante es mantener una situación de equilibrio mental, realizando caminatas, gimnasia, lectura, pasatiempos o hobbies, actividades que nos distraen profundamente en un entorno de negativismo que caracteriza a los noticiarios y redes sociales. Un buen descanso con sueño se torna indispensable para obtener la energía que recargue esa batería interior que nos permite la fortaleza para mañana.
OPINIÓN
Eduardo Sánchez Sánchez
Columnista invitado
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