Irán es un factor decisivo para la paz mundial
Por Rodolfo Bueno
La República Islámica de Irán tiene una superficie de 1.648.195 km² y una población cercana a los 90 millones, de la que el 61% es persa, los demás son kurdos, baluches, azeríes, turkmenos, árabes, armenios, judíos y asirios; el 89% profesa la religión musulmana chiíta y el 9% la musulmana sunnita. Los credos minoritarios son: el zoroastrismo, religión y filosofía que se funda en las enseñanzas del reformador y profeta Zoroastro o Zarathustra y tiene como divinidad a Ahura Mazda; el mazdeísmo, mezcla de convicciones morales tomadas del libro el Avesta, de Zarathustra; el sufismo, corriente mística del Islam chiíta dedicada a la relación de Dios con el Cosmos, a las cuestiones del espíritu y a la metafísica; el bahaísmo, fe de la comunidad babí; el cristianismo y el judaísmo.
El Imperio Iranio se fundó el 612 a. C. Ciro el Grande sometió a los medos y conquistó Babilonia, Siria y Palestina. Administraba el Imperio mediante sátrapas que respetaban las costumbres y las religiones de las tierras conquistadas en beneficio de sus súbditos. El año 522 a. C., luego de la muerte de Cambises, hijo de Ciro el Grande, que no dejó heredero, Darío II fue coronado Gran Rey de Persia. Darío II levantó palacios y monumentos en las capitales Persépolis y Susa, así el Imperio Persa obtuvo su mayor esplendor.
Dario II con Jerjes, su sucesor, invadieron Grecia, pero fueron derrotados. Más adelante, Ciro el Joven, hijo de Darío II, logró sus objetivos enfrentando a los griegos entre sí en la Guerra del Peloponeso, cuando financió la victoria de Esparta sobre Atenas. El filósofo Jenofonte escribe sobre él: “Es el hombre más apto para reinar y el más digno de gobernar entre los persas que sucedieron a Ciro el Viejo. Juzgo que nadie ha sido amado por más personas ni entre los griegos ni entre los bárbaros”.
Alejandro Magno conquistó Persia y arrasó Persépolis, se vengaba así de la quema de la Acrópolis por Jerjes. Luego de ordenar la devastación de los centros culturales y religiosos de Persia, se sintió tan conmovido cuando vio la saqueada tumba de Ciro el Grande que, de inmediato, ordenó repararla. De no morir tan joven hubiera restaurado muchas más obras, pues la conquista de Persia era su gloria y su trofeo más valioso en su aspiración a la inmortalidad.
Los partos gobernaron Irán desde el año 250 a. C. y levantaron el imperio en las orillas del mar Caspio, que defendieron de los romanos. En el 226 a. C. en Irán se formó el Imperio Sasánida, que luchó sin cuartel contra los romanos, los bizantinos y las tribus del Asia Central; sólo los árabes del califato de Damasco lograron conquistar Irán. Los árabes fueron tolerantes en Persia, respetaron sus antiguas religiones y su lengua, en la que a partir del siglo X escribieron grandes poetas medievales de la talla de Omar Khayyam.
El año 1220 Persia fue conquistada por Gengis Kan, que fundó el kanato de Persia. Los ejércitos mongoles de Tamerlán conquistaron Persia el 1380. En el siglo XVI se originó el sufismo en las montañas de Azerbaiyán. En el santuario de Ardabil, cerca del mar Caspio, los sufistas organizaron su Estado, que consolidó en Irán la definitiva preeminencia del chiísmo. Ismail, jefe chiíta, se proclama sha en el año 1501. La dinastía kayar fue una familia real de Irán, de origen turco que gobernó Persia desde 1785 hasta 1925, cuando tomó el poder Reza Pahleví, jefe militar nacionalista. En 1941, Reza Pahleví abdicó en favor de su hijo Mohammad Reza Pahleví.
El 19 de agosto de 1953, la CIA, con ayuda británica, dio el golpe de Estado que derribó al gobierno de Mohammad Mosaddeq y nombró sha a Mohammad Reza Pahleví, que puso fin a un movimiento democrático electo en elecciones libres. Mosaddeq, para recuperar el control de los recursos nacionales en favor del pueblo, nacionalizó el petróleo el 20 de marzo de 1951. EEUU armó al ejército del sha, formó a sus militares y adiestró a la Savak, la terrorífica policía secreta encargada de eliminar a toda oposición. En enero de 1978, el pueblo se levantó contra la dictadura del sah, que huyó del país en enero de 1979. Después de que el ayatola Ruhollah Jomeini retornó del exilio, Irán se convirtió en República Islámica.
Cuando fracasaron las operaciones encubiertas organizadas por la CIA para derrocar al régimen islámico, EEUU utilizó a Saddam Hussein y a su ejército, armado y entrenado por el Pentágono. El 23 de septiembre de 1980 estalló la guerra entre Irán e Irak, que produjo un millón de muertos entre civiles y militares. La guerra terminó en 1988. Al año siguiente murió Jomeini y Alí Jamenei le sucedió. Luego de la ejecución de Saddam Hussein, el ayatolá Jamenei previó que Irán era el próximo objetivo del Pentágono. El 2002, el Presidente Bush incluyó a Irán en el eje del mal.
La agresividad de EEUU contra Irán se incrementó después de que el expresidente Trump rompió, en mayo de 2018, el Plan de Acción Integral Conjunto, PAIC, firmado el 2015 por Irán, Rusia, EEUU, Gran Bretaña, China, Francia, Alemania y la UE, que estableció límites al programa nuclear de Irán a cambio del levantamiento de las sanciones internacionales en su contra.
El estrecho de Ormuz es la entrada al Golfo Pérsico, por allí transita el 25% de la producción mundial de petróleo y el 30% del gas; por ser controlado por Irán, es su carta de triunfo en el caso de estallar un conflicto militar con EEUU, porque basta con que lo bloquee para no ser derrotado. La Quinta Flota de EEUU, estacionada en Bahréin, y otras fuerzas extras, dicen garantizar el tráfico en el Estrecho de Ormuz.
Se piensa que una crisis del Golfo Pérsico sería más peligrosa que la del Caribe de Octubre de 1962. Aquel enfrentamiento se resolvió después de que EEUU y la URSS decidieron sacar los misiles soviéticos de Cuba y los estadounidenses de Turquía. En cambio, si se cerrara el estrecho de Ormuz: el precio del crudo podría subir hasta los 300 dólares el barril, algo insostenible para EEUU, Europa, China…; los mercados se desplomarían; la existencia de Israel estaría en jaque; la economía mundial no soportaría tales efectos negativos y la paz mundial peligraría. Estos ingredientes, complejos y difíciles de controlar, pues involucran a varios países, más que nada si se imponen soluciones jaladas de los cabellos. Es que EEUU no entiende, o pretende no entender, que el estrecho de Ormuz es la carta de triunfo de Irán.
Por otra parte, el gobierno de Benjamín Netanyahu intenta desatar una contienda regional y de esta manera arrastrar a Estados Unidos a una conflagración contra Irán, porque tiene sed de guerra, desprecia la diplomacia y no le importan los intereses del mundo, pero no tiene capacidad para realizar todas las acciones militares contra Irán.
Después del ataque aéreo israelí del pasado 1 de abril contra el consulado de Irán en Damasco, que costó la vida de 16 iraníes, entre ellos dos altos comandantes y cinco militares, las relaciones entre Irán e Israel se agravaron tanto que se podría dar un conflicto directo entre ambos países. El ayatolá Alí Hoseiní Jameneí instó a los aliados de Israel a poner fin a su apoyo al régimen israelí, ilegal, terrorista y asesino de niños, también instruyó a los comandantes iraníes que persigan la paciencia estratégica y eviten una confrontación militar directa con EEUU.
En respuesta a la agresión israelí contra su Consulado en Damasco, Irán realizó un ataque aéreo al territorio de Israel. Se discute sobre el éxito de este ataque, en el que participaron más de 300 drones y misiles de diversos tipos. Tel Aviv aseguró haber interceptado alrededor del 99% y que el resto cayó en la base aérea de Nevatim, causando daños menores a la infraestructura. Lo cierto del caso es que este ataque podría ser llamado el gambito iraní de la gran partida geopolítica aún no terminada que se juega a nivel mundial entre EEUU, China y Rusia, pues Teherán demostró que, de ser necesario, puede atacar Israel.
Si bien es cierto que la inmensa mayoría de misiles y drones fueron derribados, unos pocos penetraron en lo profundo del espacio aéreo israelí y alcanzaron objetivos militares específicos, evidenciando que Israel es vulnerable y puede ser atacado. Por otra parte, Irán evitó que Israel inicie una guerra regional en Oriente Medio que arrastrarse a su lado a Estados Unidos, que es lo que buscaba Benjamín Netanyahu. O sea, Israel no logró su objetivo con Irán. Además, quedó claro que Irán no empleó el potente arsenal que posee y que podría utilizar en una operación posterior, que sólo usó los drones y los misiles menos avanzados, sin embargo, Israel gastó más dinero en defenderse que el que Irán gastó en atacar.
Por último, quedó demostrado que la paz en el Medio Oriente solo será factible luego de la creación del Estado de Palestina, con las fronteras de 1967 y su capital en Jerusalén Este, con lo que se cumplirá el acuerdo del 29 de noviembre de 1947, en el que la Asamblea General de la ONU estableció dos Estados, Palestina e Israel, resolución que no se ha cumplido, porque Israel sigue ocupando Palestina con la intención de arrebatarle sus tierras ancestrales.
OPINIÓN
Rodolfo Bueno
Corresponsal de Ecuador News en Quito
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