Mitigar el riesgo político
Por César Montaño Galarza
La humanidad siempre ha lidiado con amenazas y riesgos de distinta naturaleza, algunos más controlables que otros, pero todos han causado situaciones difíciles, incluso extremas, a países enteros y su gente. Son peligros que mutan y se multiplican afectando el presente y futuro de las naciones; tienen diversas dimensiones y alcances. Frente a tales contingencias, países frágiles como el nuestro viven al filo de la navaja, un día a la vez; muchas no dependen de los ciudadanos, otras sí, ejemplo, cuando se decide en las urnas cuestiones relacionadas con la democracia, los gobernantes y el destino nacional. Lo cierto es que la Política se ha convertido en riesgo latente de impredecibles consecuencias.
Es por ello, que en el convulso mundo actual es inexcusable conocer con precisión el entorno y la realidad circundantes. Nubarrones flotan sobre nuestras cabezas, pero también bloquean la luz del horizonte, impiden ver los posibles escenarios próximos. La solución no pasa por cruzarse de brazos, sino por tratar de comprender cómo reaccionar para evitarlos o, para superarlos cuando irremediablemente lleguen.
Firmas especializadas ubican amenazas globales y riesgos locales, como: terrorismo, armas nucleares, estados fallidos, sistemas de información, conflictos entre estados, guerras civiles, ciber amenazas, Big-Data, erosión de reglas internacionales y falta de consensos, migración descontrolada, epidemias y pandemias, cambio climático, crimen organizado, seguridad energética, catástrofes, fronteras vulnerables, institucionalidad débil; riesgo político, corrupción, riesgo de precio de las materias primas, escasez de materiales, cambios regulatorios y legislativos, riesgo de liquidez, interrupción de negocio, desaceleración económica y recuperación lenta, incremento de la competencia.
Lo político es un riesgo innegable. La mala práctica política puede abusar del poder, cobrar vidas, convertir las instituciones en epicentros de corrupción, defender la impunidad y, arruinar un país. Hay políticos delincuentes que preferirían ver quebrado y aislado al Ecuador, antes que dejar que la justicia castigue a otros de su misma laya. Entonces, ¿Para qué ha quedado la política? La política ya no es lo que era, el arte de lo posible para servir a todos en democracia, con ética, entrega, honestidad, solidaridad y sin odios. No son pocas las amenazas y los riesgos que acechan, pero los de índole política están en nuestras manos.
OPINIÓN
César Montaño Galarza
Columnista invitado
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