DÚO AYALA CORONADO (Los Reyes del Yaraví)
PLAN RETORNO… A LA MUSICA ECUATORIANA
Ecuador es un país de música y ritmo de los Andes: tristes, pero también alegres, tan diversos como su geografía y su gente. De extremo a extremo abundan sonoridades que acompañan a los ecuatorianos en todo tipo de fiestas o reuniones, en la que los cuerpos se abandonan –muchas veces– al compás de una tonada, sanjuanito, cachullapi, albazo o nos sumergimos por un momento, en la tristeza de un sentido Yaraví.
Yaraví, ese ritmo en el que los aires de la serranía se cuelan en los fuelles del dolor y tristeza que llegó a las montañas, gracias a los inmigrantes del sonido para crear armonías que son acompañadas por la guitarra, piano, un pequeño tambor y algo más.
Que dos artistas sumen fuerzas para crear temas juntos, no debería sorprender a nadie. De hecho, los dúos estuvieron de moda en un tiempo, ya sea con nuevas canciones o con versiones nuevas. Es muy raro ver a dos artistas que se resistan a seguir en esta lid musical, cuando tenían en su recorrido a grandes artistas como los hermanos Miño Naranjo, dúo Benites y Valencia, los Hermanos Villamar, con quienes codo a codo iluminaban los escenarios y lloraban las tarimas.
Unieron sus voces el 29 de octubre de 1.965 en Radio Central de la ciudad de Riobamba en el programa “Tribuna Libre del Arte”. Washo Coronado era parte del trío los “Cónsules”, fue cuando Alfredo Ayala lo invitó a conversar, le pidió cantar una melodía juntos y así nació el dúo Ayala Coronado. Desde entonces han desgranado una a una las canciones para formar un repertorio de oro, que hasta nos hace llorar.
Como dúo, nunca se separaron, incluso Washo y Alfredo fueron compadres por su hijo Fernando Coronado. Ganaron el disco de Oro con el “Tonadero”, del compositor riobambeño Héctor Abarca. El homenaje se realizó en el coliseo Julio Cesar Hidalgo en Quito. Este triunfo les abrió las puertas al éxito y fueron a Guayaquil, donde grabaron para el sello Orión de Ifesa, mi último pasillo, “Ñatita”, del compositor riobambeño Julio César Murillo.
Oswaldo Alfredo Ayala (+) trabajó como locutor en Radio Cristal de Guayaquil y Adriano Washington Coronado, estudió en el colegio Salesiano; fue víctima de bulling, hasta que lo escucharon cantar en un concurso infantil, ganó y terminó ese irrespeto. Se convirtió en sastre industrial profesional y sus estudios universitarios los completó en la Universidad Central del Ecuador, graduándose como Licenciado.
Su primer disco de 45 RPM un alegre albazo, del compositor Mesie Borja Gallegos. Alfredo vivía en Guayaquil y Washo en Riobamba. Sin embargo, los kilómetros no fueron un obstáculo para su cristalización como grandes artistas ecuatorianos, al contrario, fue un soporte muy valioso. Realizaban ensayo de voz, a capela, el marco musical se montaba en los estudios profesionales de la industria disquera.
Ellos son el resultado de una amistad artística y personal, que nació para desarrollar una propuesta musical nueva. Dedicaron mucho tiempo y pasión a su trabajo, procurando que cada canción sea un puente de comunicación emocional con su público.
“Una cinta negra en el pelo te has amarrado, antes que yo me muera te has enlutado”, así dice un bello albazo. Sus canciones nos ayudan a resistir ante el miedo y la angustia y nos cobija de la incertidumbre que nos invade el cuerpo.
“La ilusión se acabó, sólo existe en mi pecho ruinas, que triste mi vida en medio de rosas y espinas. No me olvides dulce amada, testigo de mis dolores, quizá en la tumba helada, podré olvidar tus amores”. Contenido literario de altos quilates, aunque muy triste.
En 1967 realizan la grabación de 6 discos sencillos y el primer long play con 20 yaravíes para el sello Aravec. Mario Godoy, investigador musical ecuatoriano, bautizó al dúo Ayala Coronado, como los “Reyes del Yaraví”, que hasta hoy lo reconocen y se los respeta por el legado que dejan a las nuevas generaciones.
El sendero del éxito nunca se paralizó, la música ecuatoriana en el corazón del pueblo siempre se escuchó en las voces de Ayala Coronado. Los llamaron también, “el alma de la música nacional” y esa denominación es muy acertada. ¿Quién no ha soltado una lagrima con las voces de Ayala Coronado?. Su letra es nostálgica.
55 años de vida artística, 55 años de ponerle a nuestros oídos, mucha tristeza, elevada sensación de nostalgia y el mensaje eterno de vida, dolor y muerte, pero también alegría. El formato de canto a dúo nació y se desarrolló en su tierra natal, Riobamba, en el frío, la nieve del Chimborazo y el llano del litoral. Es una herencia de los trovadores de los andes que acompañados de guitarras nos hicieron vivir.
Alfredo Ayala, dijo antes de partir, “se hizo algo por la música” y yo diría, se hizo mucho y se deja un verdadero legado a los ecuatorianos. Uno de los elementos más importantes y mágicos de la música es la capacidad de unir a dos personas y mantenerlos en un lazo estrecho, solo con el objetivo de deleitar a millones de oyentes.
Con un repertorio muy amplio, entonaron canciones que siempre estuvieron en los mejores escenarios del Ecuador, Estados Unidos, España, Colombia, Perú. Washo Coronado y Alfredo Ayala, fueron admiradores del dúo Benites y Valencia, Mino Naranjo, Hnos. Villamar, Hnas. Mendoza Suasti. Grabaron 14 LP de esos 2 LP son de puro yaraví. Han recibido múltiples homenajes en el Ecuador por su trayectoria
Washington Coronado, es casado con Anita Lucía Vaca, padre de tres hijos, tiene 7 nietos y una bisnieta. Siempre le acompañó su esposa a los escenarios, a quien le gusta la canción AMOR DE MI LINDA GUAMBRA, un hermoso albazo de Benites y Valencia.
Ayala Coronado, son el ABC del sentimiento musical. Alfredo y Washo, fueron muy alegres, pero al mismo tiempo sencillos, su compás musical siempre fue contagioso y los paseó la popularidad. Vivieron la época de oro del yaraví, en sus hábiles interpretaciones también incorporaban las tonadas, albazos, sanjuanitos y pasillos.
Son una dupla de ecuatorianos que llevó siempre la bandera ecuatoriana por distintos países y con el mensaje de su música triste, el yaraví. Indios, cholos, montubios, campesinos, blancos negros, viejos, jóvenes, todos en CORO cantan “corazón cuando te vayas, corazón cuando te alejes, hay amor, hay dolor, corazón para que…
Ellos demostraron desde su nacimiento, que tienen oro puro en cada una de sus sentidas interpretaciones. Antes de conocer el proyecto con su nombre actual, cada cual caminaba por su sendero. Ambos son los embajadores de la tristeza, del sentimiento y de muchas lágrimas, ya que como ecuatorianos desean la permanencia de su estilo y su música en todas las generaciones.
Tratándose de un lenguaje universal, la música nos permite encontrar un punto de conexión que disipa cualquier barrera social, económica, cultural o geográfica. Así como nos han entregado momentos estremecedores y fusiones artísticas que han marcado momentos icónicos, también han unido a fortalezas creativas que nunca pensaríamos tener al mismo tiempo.
Washo Coronado, reconoce que la música económicamente no le dejó mucho, pero sí está feliz por los miles de amigos, que hoy lo recuerdan y aplauden. Trabaja en la sastrería industrial junto a su esposa y continúa haciendo música, pues lo considera inseparable.
Pide que el día de su muerte, no sea precisamente triste, de lágrimas y lamentos; por el contrario, que se escuche música que con su voz fue grabada y su traslado al camposanto, sea con lo más bello de su repertorio, en alto volumen el yaraví, TU AUSENCIA. “Tu ausencia me mata, el llanto me desgarra el alma, tristeza que llevo y el alma de dolor se muere. Malaya mi suerte, mi signo solo es mi tormento, tormento que mata, que mata de dolor mi vida”. Todo un himno, especialmente para los ecuatorianos en el mundo, que, por cosas de la vida, viven lejos de los suyos y de su tierra. La música como identidad colectiva.
El Yaraví es una música llena de tradición y compuesta por varias corrientes culturales, como la hispana, indígena y africana. Los aficionados a la música nostálgica recuerdan con especial fruición el año 1967 fecha del debut del dúo riobambeño.
El Dúo Ayala Coronado, Impuso un estilo único de cantar el yaraví. Aunque desconocidos, pero ya tenían una marca gracias al persistente trabajo. El pueblo ya estaba “yaravizado”. En sus letras se narra el amor y la tristeza que deja un ser cuando nos abandona y no solamente cuando esta muere, sino también cuando nos abandona sentimentalmente. Su discurso musical se mueve dentro de esquemas pentafónicos y con intencionalidad dramática. En nuestra próxima entrega en “Plan Retorno a la Música Ecuatoriana”, Segundo Bautista, el padre del sentimiento ecuatoriano hecho música.
ENTRETENIMIENTO
Por: Holguer Mariano Jara
Especial para Ecuador News
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