MÁS ÁRBOLES MENOS CEMENTO Y CORRUPCIÓN
Por Holguer Mariano Jara
Hace pocos días, me di una vuelta por el peligroso y deprimido Guayaquil; me temblaba todo, por nada tenía miedo, las calles descaradamente sucias, los negocios abandonados, muchos cerrados, los informales tristes, el asfaltado destruido, parques convertidos en letrinas, delincuentes por doquier y al ver el trato que les dieron a los árboles… me deprimió.
Los árboles estaban rodeados de automóviles a los costados y por debajo; ¡¡¡¡¡árboles muy frondosos, creciendo sobre una fina capa de suelo sostenida por concreto que la hace de techo del deprimido, pero estaban todo lastimados, como pidiendo a gritos, !!!! auxilio ¡
Un árbol se enferma si se somete a la luz día y noche, ruido constante, contaminación y poco suelo. Los árboles también son seres vivos, se estresan y se enferman en un medio hostil.
Que el espacio esté controlado habla de una naturaleza sometida, por eso deduzco, que existe una relación amor/odio con los árboles. Estos son buenos de manera genérica y de lejos. Cuando se acercan ya no nos gustan tanto. Quizá esto se deba a que la vida urbana en Ecuador nos ha aislado tanto de la naturaleza, que la vemos como algo sucio, que hay que limpiar o eliminar.
Los anuncios de higiene y limpieza señalan con horror la cantidad de bacterias, gusanos e insectos que salen de nuestro propio jardín y que pueden llegar hasta nuestra mismísima cama. “Los árboles ensucian” se escucha decir a los vecinos al ver como caen las hojas sobre sus automóviles o en las aceras.
En el fondo, no consideramos a los árboles como seres vivos que tienen una interacción con el ecosistema, sino como simples elementos decorativos del paisaje urbano. Por ello, las compañías de anuncios espectaculares los podan hasta matarlos, porque obstruyen la vista de su propaganda. También los municipios los tala de manera inmisericorde, puesto que afectan el cableado mal diseñado que tienen las ciudades ecuatorianas y para dar paso a la construcción de viviendas, sembrando más cemento.
En conclusión, aun cuando tenemos el concepto de que los árboles son necesarios para la ciudad, no hemos logrado comprender las razones por las cuales son importantes para la calidad de vida urbana. Cuando logremos dimensionar su importancia y su interacción con el ecosistema que vivimos, nos daremos cuenta de que los megaproyectos NO sólo NO ayudan, sino que son inútiles y hasta perjudiciales para el ecosistema y para nosotros.
La corrupción política está estrechamente ligada a lo urbano y es que muchas de las decisiones tomadas por el sector público, a menudo a costa de recursos públicos, involucran la generación de rentas, la cuestión a dilucidar es ¿quién se apropia de ellas?
Es hora de plantearse seriamente nuevos modelos de ciudades, olvidarnos de la urbanización difusa, pero también de la calle como yuxtaposición de calzada y aceras, de su misma denominación como alternativa. ¿Queremos un país, una ciudad, un barrio, para vivir o para enseñar o exhibir? Las personas se alinean bajo la sombra del árbol, los árboles regulan la temperatura, las inundaciones, filtran el aire, reduce la velocidad de caída del agua en una tormenta y fomenta su infiltración.
El problema no se resuelve con más cemento y talando árboles, si además se hace, hipotecando el patrimonio público. A estas alturas, entre preservar el techo vegetal urbano o crear vistas diáfanas al gusto de especuladores y depredadores de lo público o arquitectos endiosados, no tengo ninguna duda.
La masa de todo lo fabricado por los seres humanos ha crecido hasta igualar a la masa de toda vida en el planeta y seguirá aumentando. La JUNGLA DE CEMENTO supera las dos teratoneladas, es decir dos millones de millones de toneladas, más del doble de la masa de seres vivos, según un estudio realizado del Instituto Weizmann de Ciencias, WIS, en Rejovot, Israel.
Es muy notoria la irresponsabilidad de funcionarios o políticas de estado, de hacer obras publicas derribando constantemente los pocos árboles que quedan. Todos tenemos una responsabilidad, no solo unos cuantos, todos somos seres humanos y tenemos una RESPONSABILIDAD, que es hacer algo por el medio ambiente.
Los últimos desastres naturales que viene experimentando el mundo, merece la reflexión de todo lo que ha hecho el hombre abusando del medio ambiente, reduciendo sin freno las áreas verdes, que son fuente de vida. Uno de los fenómenos de mayor preocupación en el mundo, es el calentamiento global, por constituir un alto riesgo para la vida en el planeta.
Es inminente aumentar la cantidad de árboles perennes, nativos y variados en las grandes ciudades. En la mayoría de las ciudades ecuatorianas el 70 por ciento de los árboles están secos, enfermos o viejos, en otras palabras, casi no sirven.
Urge en Ecuador que se cree una Ley sobre arborización masiva a nivel urbano y rural y la consecuente infraestructura. El Gobierno, la Asamblea Nacional y sus “honorables legisladores”, hoy más que nunca, deben deponer intereses personales, mezquinos, partidistas y políticos, para que, por primera vez creen una Ley que nos beneficie a todos los ecuatorianos, es ahora o nunca
OPINIÓN
Holguer Mariano Jara
Especial para Ecuador News
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