Masacres en cárceles de Ecuador y atentados a sus directores evidencia la acelerada evolución criminal del país
Guerra está también en la calle
Steven Dudley y James Bargent para Ecuador News
Una reciente masacre al interior de la prisión más violenta y más grande de Ecuador es una señal de que las múltiples organizaciones criminales del país se están atomizando a un ritmo acelerado ante el estancamiento de la estrategia de mano dura del gobierno en materia de seguridad.
El ataque ocurrió en la Penitenciaría del Litoral, a las afueras de la ciudad costera de Guayaquil, en la madrugada del 12 de noviembre, cuando miembros de un grupo conocido como los Duendes atacaron a una banda rival, los Freddy Kruegers.
Los atacantes mataron al menos a 17 reclusos y dejaron más de una docena de heridos, según el Servicio Nacional de Atención a Personas Privadas de la Libertad (SNAI).
Las autoridades no especularon públicamente sobre lo que motivó la masacre, pero una organización de familiares de reclusos dijo al medio ‘Primicias’ que la pelea fue por la comida. Las bandas carcelarias suelen ejercer control sobre la distribución de alimentos, y cobran hasta US$20 diarios a los presos por acceder a las comidas que los contratistas suministran al Litoral con dinero de los impuestos del gobierno. Al parecer, en las últimas semanas ha habido escasez de alimentos.
En los días siguientes a la masacre, se registraron al menos 12 asesinatos en Portete, un barrio de Guayaquil donde los Freddy Kruegers supuestamente tienen una fuerte presencia. También circularon amenazas, incluyendo un mensaje de TikTok que decía ser de los Freddy Kruegers y contenía una lista de supuestos rivales señalados para ser asesinados.
Asesinan al subjefe de agentes penitenciarios
Un grupo de sicarios asesinó el viernes de la semana anterior a Olger Morenom subjefe de agentes penitenciarios de una de las mayores cárceles de Ecuador, situada en la andina provincia de Cotopaxi, según informaron la Fiscalía y las autoridades penitenciarias.
Al menos dos personas han sido detenidas para investigaciones relacionadas con el asesinato de Moreno, subjefe de agentes carcelarios de la cárcel de Latacunga, denominada oficialmente como Centro de Privación de Libertad Cotopaxi Número 1, añadió el Ministerio Público en un mensaje en X.
Olger Moreno recibió dos disparos en la cabeza mientras se encontraba a bordo de su vehículo, en un ataque perpetrado por dos hombres que lo interceptaron en la avenida Eloy Alfaro, a tan solo quince minutos de la cárcel donde trabajaba.
El asesinato de responsables de prisiones, desde las que opera el crimen organizado, se ha convertido en una práctica habitual. Van siete en lo que llevamos de año, según cifras oficiales. El Gobierno de Daniel Noboa tomó el control de casi todas ellas durante el Estado de excepción, lo que le daba poderes para utilizar a los militares en tareas de seguridad, pero después de un tiempo de relativa calma la violencia vuelve a golpear al país.
“La guerra se va a la calle”, dijo el recluso.
La masacre y lo del subjefe penitenciario, han sido los últimos de una serie de incidentes, incluidos los asesinatos de tres directores de prisiones, que sugieren que las bandas se están imponiendo en las cárceles después de que el ejército se desplegara en enero para acabar con su control, de acuerdo al análisis de l importante medio ‘InSight Crime’.
La matanza en el Litoral fue la primera masacre desde el despliegue militar. Antes de eso, las prisiones habían sido escenario de brutales asesinatos en masa, que cobraron 459 vidas entre 2021 y 2024, según cifras del Ministerio de Defensa.
El despliegue militar pareció interrumpir el dominio que las principales mafias de Ecuador, los Choneros y los Lobos, ejercían sobre las prisiones, pero también aceleró la atomización de dichas redes criminales.
Los Duendes, el Trébol Killer, los Freddy Kruegers y la Mafia 18 forman parte de un caleidoscopio de organizaciones criminales que ahora están presentes tanto en la cárcel como en las calles. Estas bandas, que antes estaban sumidas bajo las banderas de los más grandes y sofisticados Choneros y Lobos, ahora están saliendo de las sombras.
El líder de los Freddy Kruegers, Jhon Steven Navarrete Quiroga, alias “Cuyuyui”, tiene un amplio historial criminal en el que alguna vez estuvo vinculado a los Lobos, pero ahora parece operar de forma independiente. Sus presuntos aliados en la Mafia 18 se consideraban, hasta hace poco, parte de la red rival de los Choneros.
Por su parte, los Duendes parecen ser una alianza entre al menos dos facciones del Litoral y de Guayaquil. Al parecer, tienen su origen en Guasmos, otro barrio al sur de la ciudad famoso por la delincuencia y la violencia, pero en los últimos meses se han expandido hacia el norte.
Hasta hace poco, las autoridades penitenciarias dividían a estos grupos en pabellones separados en función de su lealtad a las grandes mafias. Pero cuando los militares se hicieron cargo de la administración del Litoral en enero, mezclaron a estas organizaciones en los 12 pabellones de la prisión.
Implicaciones nefastas
Esta dinámica más fragmentada puede representar la siguiente fase en la evolución de estas organizaciones criminales y las implicaciones para Ecuador son nefastas.
Otros países que han pasado por un proceso similar, como Colombia y México, han luchado por contener la propagación de la violencia y la delincuencia a medida que los grandes grupos criminales se han atomizado, lo que ha provocado alteraciones políticas y económicas y migraciones masivas.
En el caso de Ecuador, el repunte de la violencia en las cárceles ya se ha relacionado con un incremento en la tasa de homicidios en el país y un notable crecimiento en el número de ecuatorianos que huyen del territorio. Esta fase previa de violencia estaba asociada a algunas redes criminales más grandes y a la competencia criminal relacionada con el aumento del tráfico internacional de cocaína a través de Ecuador. La reciente dinámica, sin embargo, parece estar impulsada por la competencia sobre las economías ilícitas locales y los territorios estratégicos de múltiples grupos criminales más pequeños, que, aunque menos poderosos, no son menos violentos.
La forma en que las autoridades planean enfrentar esta fragmentación de los grupos criminales es una incógnita.
Hasta ahora, el gobierno interino del presidente Daniel Noboa se ha apoyado en el ejército para controlar a las mafias carcelarias. Sin embargo, el hecho de que las bandas hayan sido capaces de llevar a cabo la masacre y de que parezcan estar apoderándose de nuevo de la distribución de alimentos suscita serias dudas sobre el papel de los militares. Esto es especialmente preocupante porque existen indicios de que las fuerzas militares podrían estar repitiendo los mismos patrones de corrupción que marcaron a sus predecesores en el sistema penitenciario.
Además, este enfoque, que ya está mostrando resultados negativos evidenciados en el repunte de las tasas de homicidio, es insuficiente para hacer frente a la dinámica más compleja que está surgiendo.