TIEMPO DE REFLEXIÓN
Por: ROSALÍA ARTEAGA SERRANO
Los días, las fechas en el calendario, desde tiempos remotos, significaron la posibilidad de darle un sentido a la vida, de hacer pausas, de tomar vacaciones, de tener tiempo para uno mismo y para la familia.
Sin embargo, estas fechas de la Navidad, que conmemoran un hito importante para la religión cristiana, tienen un cariz especial, están relacionadas con un espacio importante para la reflexión de lo que significa el sentido de la religiosidad, de la fe, de la comunión, de la comprensión entre todos los seres humanos.
Nos debatimos en un mundo lleno de convulsiones, que van desde la crisis climática hasta la crisis de valores, como que se ha establecido un sistema en el que aparentemente todo vale, no importa el mal y el daño que se generen en derredor.
Pero no es así, o no debe ser así, máxime en estos tiempos que incitan a la conciliación, a dejar de lado las rencillas y pensar en cómo podemos unir esfuerzos para sacar adelante a nuestro país.
Me atrevo a pedir que se haga una pausa a la beligerancia, que la gente de buena voluntad, tanto en la política como en el mundo de las relaciones interpersonales y corporativas, se apreste a celebrar en familia, pero al mismo tiempo piense en formas positivas de deponer actitudes, de sumar esfuerzos, de hacer que las cosas marchen por el buen camino.
Nuestro país requiere urgentemente de conciliar posiciones, de buscar cuáles son las mejores opciones, dejar de lado las ambiciones y los egos y pensar en conjunto en cómo podemos hacer viable una vida y convivencia sin sobresaltos, con seguridad, con la posibilidad de progresar y desarrollar un entorno sostenible y amable.