UNA HISTORIA POLÍTICA
ROSALÍA ARTEAGA SERRANO
La participación de la mujer en la política ecuatoriana ha tenido una larga trayectoria, escalando espacios que han significado lucha, paciencia, experiencias dolorosas que indudablemente forman parte de la historia de nuestro país.
Esa participación no ha sido una concesión graciosa sino el fruto de la decisión de mujeres enfrentando los avatares y peligros que este activismo entraña, capeando las críticas malévolas, las comparaciones nada acertadas, el machismo vigente, no solamente en la cabeza de los hombres, sino desafortunadamente en las de algunas mujeres que no pueden tolerar el éxito de sus congéneres.
Por los años ochenta, en mi natal Cuenca, decidí aceptar el reto de encabezar una lista de candidatos a concejales; no fui relleno de lista, debo enfatizar que la encabecé y gané unas reñidas elecciones en un contexto difícil.
En el año 92 me cupo el honor de dirigir la entonces Subsecretaría de Cultura del Ecuador, así como la Presidencia del Consejo Nacional de Cultura, el Instituto de Patrimonio Cultural y una serie de organizaciones, agrandando el ámbito de acción de esa subsecretaría a través de la creación del programa Nuevo Rumbo Cultural, con lo que el espacio de trabajo y el presupuesto fueron multiplicados de manera evidente.
En el año 94 acepté la propuesta del arquitecto Sixto Durán Ballén para ejercer, por primera vez en nuestro país la calidad de Ministra de Educación, Cultura y Deportes, es decir hacerme cargo de una cartera de estado enorme, con muchos retos y en circunstancias difíciles, no sentí en ningún momento que fuera utilizada por ser mujer o como relleno. Ejercí las funciones con independencia de criterio, enaltecí la labor de los maestros y puse en ejecución una reforma a la educación visionaria, de la que me enorgullezco. Salí por la puerta grande de esa posición, defendiendo el espíritu laico de la educación ecuatoriana.
Cuando para las elecciones de 1996, tuve la propuesta de varios candidatos presidenciales de la época, yo sabía que tenía un caudal electoral propio, que se canalizó a través de un movimiento político, el MIRA, y que, en consulta con varios de los asesores de la época tomé la decisión de aceptar la propuesta del PRE para formar parte de un binomio, que finalmente obtuvo el triunfo electoral.
La posición de la vicepresidencia en esos momentos y según la Constitución de la República vigente, tenía además de la capacidad de sucesión temporal o definitiva en caso de la ausencia del presidente, la presidencia del Consejo Nacional de Desarrollo, así como otras funciones constitucionales, no por delegación del presidente de turno, de tal manera que la comparación con lo que sucede en la actualidad, con otra Constitución y bajo otras circunstancias, es antojadiza.
El país entero conoce la manipulación de la Constitución que se dio durante los hechos ocurridos en 1997 que causaron la defenestración del presidente, el asumir la Presidencia por quien ejercía la Vicepresidencia “constitucional” de la república, así como la ruptura del orden constitucional por el propio congreso de la república.
No fui relleno de listas, ejercí funciones, tomé decisiones. No me sentí utilizada en mi condición de mujer, pero si despojada de la investidura máxima a la que puede llegar una persona, tanto por la manipulación de una vieja clase política como por sectores de las fuerzas armadas, sectores en los que evidentemente campeaba el machismo.
Luego de mi paso por la política ecuatoriana, ostenté, por decisión unánime de los 8 países amazónicos, la Secretaría General de la Organización del Tratado de Cooperación Amazónica, desarrollando un trabajo que fue aplaudido y reconocido por los gobiernos y los pueblos, tuve el honor de ser candidatizada a Secretaria General de Naciones Unidas por un importante grupo de la sociedad civil, así como también fui candidata a la Secretaria General Iberoamericana, con el apoyo de varios países.
Me he desempeñado como miembro del consejo editorial de la Enciclopedia Británica y del consejo directivo de la Biblioteca de Alejandría, así como de múltiples organizaciones nacionales e internacionales.
A ninguna de estas dignidades ni candidaturas he llegado en condición de relleno, ni siquiera de cuota de género, lo he hecho en base a capacidad y desempeño.
Considero que el debate que ahora se ha instalado en el país puede ser enriquecido con estas aportaciones.
A ninguna de estas dignidades ni candidaturas he llegado en condición de relleno, ni siquiera de cuota de género, lo he hecho en base a capacidad y desempeño.
Considero que el debate que ahora se ha instalado en el país puede ser enriquecido con estas aportaciones.