El legendario capo Rafael Caro Quintero llegó a NY con las esposas que pertenecieron al agente ‘Kiki’ Camarena

40 años esperaron este momento
Arturo Ángel y despachos combinados
Rendido ante 100 policías y miembros de la DEA, el famoso capo de la droga Rafael Caro Quintero fue retenido con unas esposas que guardó el hijo del agente Kiki Camarena para esta situación. Cuatro décadas los agentes esperaron por este momento, de enfrentar cara a cara a uno de sus peores enemigos.
En un despliegue de fuerza, de orgullo y de revancha sin precedentes, 100 agentes federales sentados, uno al lado del otro, portaban sus chaquetas con las siglas DEA y FBI en el frente y en la espalda. Como si fueran el público en un concierto, apostados en una tribuna con forma de herradura, esperaban ansiosos la entrada, no de un ídolo, sino de un viejo enemigo.
A 1 de la tarde con 25 minutos el “hombre viejo”, como se le refiere oficialmente en el expediente, entró esposado y custodiado por 5 alguaciles más al Salón de Ceremonias de la Corte de Brooklyn. Delgado, encorvado, cubierto de canas… rendido. Rafael Caro Quintero miraba al suelo para no encontrar las miradas de juicio que lo aguardaban.
“En 1985 Caro Quintero ordenó el asesinato del agente Enrique Kiki Camarena. Cuarenta largos años han pasado desde entonces pero finalmente te hemos alcanzado. La DEA no olvida. La justicia nunca olvida. Ha llegado el momento de enfrentar todos los cargos”, señaló en tono solemne la fiscal Sarita Komatireddy.
Las palabras de la fiscal llegaban al oído del capo filtradas e interpretadas por una traductora a través de un auricular. Para el resto de los que estaban en este gran salón convertido en sala de audiencias su voz retumbaba en las enormes paredes de mármol, adornadas con pinturas al oleo y fotografías de dos docenas de jueces y magistrados que han presidido esta corte.
Ya sentado en el escritorio y acompañado del abogado que le designó la Corte, el antiguo líder del Cártel de Sinaloa miraba hacia el juez con el centenar de “verdugos” a sus espaldas.
“Este señor no solo es responsable de la muerte de Camarena. También de muchos americanos más. Estamos ante uno de los líderes más sanguinarios y violentos del grupo criminal que llegó a ser el más poderoso del mundo. No hay duda de su responsabilidad. Las mismas pruebas que ya sirvieron para condenar a El Chapo lo demostrarán en este caso”, agregó la fiscal.
“¿Entendió lo que acaba de escuchar?”, le preguntó el juez Robert Levy a Caro Quintero. “Sí, señor, entiendo”, respondió el capo.
La fiscal, la misma que lideró el año pasado el proceso en esta misma Corte en contra de Genaro García Luna, hoy también sentenciado, retomó la palabra para advertir que la gravedad de los cargos era tal que, si Caro Quintero es condenado, se solicitará prisión de por vida o, incluso, “la pena de muerte”.
“¿Esto también lo entendió?”, volvió a insistir el juez a Caro Quintero. “Sí, señor” dijo el detenido sin mostrar (al menos por fuera) algún rastro en el rostro o en el tono de su voz que evidenciara decepción o sorpresa.
Komatireddy concluyó con la solicitud al juez para que ordenara la encarcelación inmediata de Caro Quintero sin ningún tipo de beneficio o privilegio. El abogado defensor del capo, consciente de lo adverso del momento, el discurso y del espacio, tomó el micrófono para referir que, por el momento, no tenían oposición a la petición de encarcelamiento.
“¿Está usted de acuerdo con lo que acaba de decir su abogado?”, le cuestionó por última vez el juez al mexicano. “Sí señor, lo estoy” respondió taciturno por tercera vez Caro Quintero.
Un duro y triste símbolo
Fijadas las fechas de la próxima audiencia y de los trámites de rigor, como la obligación de entregar a sus abogados toda la evidencia del caso, el juez dio por terminada la audiencia. Los alguaciles federales se acercaron de nuevo al capo y le pusieron otra vez los cerrojos metálicos en las muñecas de sus manos. Las esposas tenían dedicatoria: pertenecieron a Enrique Camarena. Su hijo las preservó por años y las entregó a la DEA para el momento en que el capo fuera capturado.
Caro Quintero salió como llegó. Escoltado, encorvado, la mirada abajo, arrastrando los pasos. Ni uno de los cien agentes presentes se movió un ápice de su asiento ni le retiraron la mirada hasta que el capo abandonó por la puerta izquierda el salón ceremonial de muros de mármol.
Solo después de ese momento y ya sin Quintero en la sala, los fiscales y agentes comenzaron a relajarse. Uno de ellos pidió a sus compañeros aguantar unos segundos más para tomarse una fotografía antes de dejar el recinto. “¡Esto va por ti Kiki!” dijo otro agente dijo como señal para que los flashes se accionaran.

Celebran su revancha.
En la jornada de audiencias celebrada a finales de la semana anterior ante el juez federal, Robert Levy, se pidió a los fiscales explicar la forma es que Caro Quintero y Vicente Carrillo Fuentes, El Viceroy, fueron traídos a los Estados Unidos. Esto luego de que el fiscal Erik Paulsen refiriera que fueron “expulsados” de su país.
-Se trató de una entrega directa, no de un procedimiento de extradición… fue por un motivo de amenaza a la seguridad nacional – detalló el fiscal.
-¿Amenaza a la seguridad nacional de quién?- inquirió el juez.
-La de México su señoría. Esto fue una decisión de México. Ellos los trajeron en un avión militar hasta acá- agregó Paulsem.
Tras concluir la audiencia el agente en jefe de la División Nueva York de la DEA, Frank Tarantino III, explicó ante los medios que la “remoción” que se hizo de Quintero y Carillo Fuentes abre la posibilidad de hacer ajustes en las acusaciones en contra de ellos y de incluir nuevas sanciones.
“Sin duda es una decisión sin precedentes la que tomó México a estas 29 personas (el total de acusados que se enviaron) y removerlas de esta forma. Nos aseguraremos de hacer los ajustes necesario a las acusaciones para que haya un castigo adecuado, especialmente en el caso de Caro Quintero y el asesinato de Enrique Camarena”, señaló Tarantino III.
Vecino de ‘El Mayo’ Zambada en EU
Tras la presentación de cargos se puso formalmente en marcha el proceso penal el contra de Caro Quintero y de Carrillo Fuentes en la Corte Federal del Distrito Este de Nueva York. El 25 y 26 de marzo fueron programadas las primeras audiencias de revisión del caso de cara a un eventual juicio o una declaración voluntaria de culpabilidad.
Mientras eso ocurre el juez autorizó el traslado de los dos capos al Centro de Detención Metropolitano ubicado en la zona de Sunset Pak en Brooklyn. Se trata de la misma cárcel donde se encuentra en prisión preventiva Ismael El Mayo Zambada, también procesado por cargos de narcotráfico y cuya próxima audiencia está programada para el 22 de abril.
Dicho centro de detenciones ha destacado, para mal, por múltiples incidentes como el asesinato de dos internos el año pasado. Organizaciones de derechos humanos en los Estados Unidos la consideran una de las peores cárceles del sistema penitenciario de este país. El exsecretario de Seguridad, Genaro García Luna, dijo a través de sus abogados que el tiempo en que permaneció en esa prisión recibió múltiples amenazas e muerte.