Un doble asesino es ejecutado por un pelotón de fusilamiento,

la primera vez en 15 años que un delincuente rechaza la silla eléctrica y la inyección letal para su ordenada ejecución
Lluvia de balas como castigo
Oficina de redacción de Ecuador News en NY y despachos combinados
Un doble asesino ha sido ejecutado por un pelotón de fusilamiento, la primera vez en 15 años que un convicto elige morir por arma de fuego.
Tres fusileros voluntarios dispararon balas especiales al corazón de Brad Sigmon en el Departamento de Correcciones de Carolina del Sur en Columbia el viernes de la semana anterior por la noche.
Sigmon, de 67 años, fue condenado por golpear hasta la muerte con un bate de béisbol a David y Gladys Larke, los padres de su ex novia, en su casa de la localidad de Taylors en 2001.
Eligió el pelotón de fusilamiento en lugar de la silla eléctrica o la inyección letal, que temía que lo cocinarían vivo y le harían sentir como si se estuviera ahogando. El condenado a muerte llevaba 23 años esperando este momento, vestía con un overol negro con una capucha sobre la cabeza y atado a una silla.
Una diana en su pecho indicaba a los verdugos donde disparar, los cuales apuntaban a 15 pies de distancia detrás de una cortina. Sigmon respiraba con dificultad mientras esperaba la lluvia de balas. Los tres pistoleros abrieron fuego al mismo tiempo, delante de una docena de testigos.
Sigmon se tensó brevemente cuando le dispararon, la diana salió volando de su lugar y el ejecutado pareció suspirar levemente mientras una mancha roja se extendía por su pecho.
Un médico entró en la cámara de ejecución para examinar a Sigmon aproximadamente un minuto después, antes de declararlo muerto a las 6:08 p.m.
Gerald «Bo» King, el abogado de Sigmon, dijo que la decisión se debía a que su cliente temía que la falta de transparencia pudiera estar encubriendo lo dolorosos que son realmente estos métodos.
Sigmon dio su última señal de vida el miércoles anterior, cuando le pidió a la Corte Suprema que detuviera su ejecución. Sostuvo que la negativa de Carolina del Sur a revelar información sobre su procedimiento de inyección letal violaba sus derechos al debido proceso. El abogado «Bo» King agregó que los últimos tres hombres ejecutados en el estado tardaron unos 20 minutos en morir a causa de la inyección letal.
Enfatizó que Sigmon se enfrentaba a «una elección imposible» entre balas que «romperían los huesos de su pecho y destruirían su corazón» y que sus «pulmones se llenaran de sangre y líquido» después de la inyección.
ASESINATO BRUTAL
Sigmon mató a la mencionada pareja en abril de 2001, apenas una semana después de romper su relación con la hija de ellas, Rebecca Barbare. Habían estado juntos durante unos tres años, viviendo en un parque de caravanas cerca de la casa de David y Gladys.
Después de una noche de crack y bebida, Sigmon le dijo a un amigo que iba a «castigar a Becky por haberlo abandonado» y que «ataría a sus padres», según los documentos judiciales.
Cuando Rebecca llevó a sus hijos a la escuela, Sigmon se presentó en la casa de sus padres armado con un bate de béisbol. Los golpeó alternativamente, a cada uno nueve veces en la cabeza. El cráneo de David «casi quedó partido en dos», según se escuchó en el tribunal durante el juicio de 2002.
Luego Sigmon robó el arma de David y esperó a que Rebecca regresara. La metió en el auto a punta de pistola, pero ella logró escapar, huyendo mientras él disparaba en su dirección, según los documentos del tribunal.
El asesino huyó del estado, pero fue capturado después de 11 días de fuga en el estado de Tennessee. Cuando fue arrestado, Sigmon dijo a los detectives que había planeado asesinar a Rebecca y luego dispararse a sí mismo. «No podía tenerla. No iba a dejar que nadie más la tuviera», señaló.
MÉTODO RARO
Solo tres convictos han sido ejecutados por un pelotón de fusilamiento en los EE.UU. desde 1976, y todos ellos en el estado de Utah.
Rebecca, la ex de Sigmon, dijo a USA Today que no cree en la pena de muerte, pero que él «debería responder por lo que ha hecho».
Randy Gardner, hermano de Ronnie Lee Gardner, el último hombre ejecutado por un pelotón de fusilamiento en el país, ha criticado el hecho de que el método todavía exista. «Creo que es horrendo. Creo que es muy bárbaro», dijo.
«No presencié la ejecución de mi hermano, pero pude ver su cuerpo después. Tengo las fotos de la autopsia de cómo era, y simplemente mutiló el cuerpo de mi hermano. Creo que es terrible».
Randy dijo que está totalmente en contra de la pena capital, y agregó: «Para mí, es como una venganza».
SIN MEDICAMENTOS
La mayoría de las ejecuciones en Carolina del Sur son por electrocución, aunque las tres más recientes fueron por inyección letal.
Pero se ha planteado algunos problemas porque algunos estados han tenido dificultades para obtener los medicamentos necesarios debido a una prohibición de la Unión Europea (de allí se importan) de venderlos.
Y en otros casos, los verdugos han tenido dificultades para dar con una vena con la aguja. En enero, los informes de las autopsias revelaron que los convictos sufrieron un dolor similar a la sensación de ahogamiento cuando fueron ejecutados con la inyección.
Citando los informes, el Departamento de Justicia de los EE.UU. retiró su protocolo de inyección letal para ejecuciones federales. Solo hay cinco estados en todo el país que aún ofrecen este método de muerte.
Las tres ejecuciones más recientes en Carolina del Sur fueron por inyección letal, y los casos, como ya se dijo, han generado controversia.
Pasaron alrededor de 20 minutos antes de que cada uno de los tres hombres fuera declarado oficialmente muerto. Para complicar la situación, se aprobó una ley en 2023 que restringe gran parte de la información sobre las ejecuciones que se hacía pública.
Esto sigue a un número creciente de compañías farmacéuticas que se niegan a vender sus medicamentos para ser utilizados en ejecuciones.
ULTIMAS PALABRAS
Antes de ser ejecutado, Sigmon, pronunció cuatro citas bíblicas que, según él, demostraban que «en ningún lugar del Nuevo Testamento Dios da al hombre la autoridad de matar a otro hombre».
«Quiero que mi declaración final sea una de amor y una llamada a mis hermanos cristianos para que nos ayuden a poner fin a la pena de muerte», dijo Sigmon.
«El jurado utilizó la regla del ojo por ojo como justificación para pedir la pena de muerte. En aquel momento, yo era demasiado ignorante para darme cuenta de lo equivocado que estaba», añadió el reo, condenado en el año 2001.
El preso terminó su discurso diciendo: «Ahora estamos bajo la gracia y la misericordia de Dios».
Sigmon respiró profundamente dos veces unos segundos antes de que se diera la orden de disparar.