La campaña presidencial en Ecuador: Estrategias para romper con el empate técnico

Cuando falta menos de un mes para escoger al presidente o presidenta de los ecuatorianos, los dos candidatos mueven fichas y redefinen estrategias. La actual campaña para el balotaje surge de un «empate técnico» en la primera vuelta del 9 de febrero y se considera una revancha tras la victoria en 2023 del actual mandatario, Daniel Noboa, sobre Luisa González, donde ganó por aproximadamente cuatro puntos.
Pero la actual contienda tiene formas y contenidos muy diferentes a aquella coyuntura. En aquel momento, un desconocido Daniel Noboa sorprendió a todos por su candidez durante el debate presidencial y se metió inesperadamente en ese balotaje. Hoy, ya es un personaje muy conocido, luego de presidir casi dos años un país que no termina de encontrar la senda de la seguridad y la estabilidad económica.
Por su parte, González también ha transformado su propuesta política y su estilo, lo que es crucial para entender cómo se resolverá el empate técnico en la contienda electoral. El eventual apoyo de Leonidas Iza, excandidato presidencial que quedó de tercero con un 5 %, también podría favorecer definitivamente a la candidata.
Antes de conocer el desenlace final, cada candidato enfila sus baterías hacia el próximo 23 de marzo, cuando se realizará el debate presidencial.
El giro conservador de Noboa
Los últimos días, el actual presidente ha forzado un giro hacia posiciones más conservadoras en su propuesta. Tras el inesperado empate técnico de Luisa González en la primera vuelta y la persistente crisis de seguridad en su país, ya el joven empresario no se asume de «centroizquierda», como lo hacía en la carrera presidencial de 2023. Esta semana ha anunciado una «alianza estratégica» con empresas extranjeras de seguridad, concretamente la que dirige Erick Prince, anteriormente llamada Blackwater.
Este anuncio es importante porque da cuenta que Noboa, en cierta forma, acepta que sus políticas actuales en materia de seguridad no son suficientes y busca un «padrino» internacional (quizá uno de los mercenarios más famosos del mundo, célebre por sus masacres en Irak), que le permita colocarle un plus a su oferta electoral ante el principal problema del país.
También esta semana, Noboa confirmó su anuncio, divulgado a finales de febrero, de realizar una constituyente, con el ánimo de conseguir apoyo general en el conservadurismo ecuatoriano y gasolina para chocar con el correísmo, protagonista de la constitución de 2007.
Con ambos anuncios, el presidente está ejecutando una operación en la cual trata de polarizar con la izquierda, y especialmente con la Revolución Ciudadana (RC). Lo hace para intentar restablecer el mapa político de la disputa entre conservadores de derecha y movimientos de izquierda que le permita recomponer el voto «anticorreísta», con el que ganó en 2023.
Ese voto «anticorreísta» de entonces, si bien se ha mantenido estable en las últimas dos presidenciales, podría estarse diluyendo ante la gestión de Noboa que no logra cumplir con sus promesas y obtener victorias frente a los flagelos que enfrenta el país.
En respuesta a la creciente inseguridad en Ecuador, busca capitalizar el desánimo y la crispación general en el país, usando todo el aparato mediático a su alcance para criminalizar a sus adversarios, hallar otros culpables y exculparse de las responsabilidades de su gestión ante la narco delincuencia que se sigue posicionando en todo el país.
Luisa también mueve fichas
Pero Luisa González ha respondido al cambio de panorama que representa la campaña en curso.
Igual que en el caso de Noboa, la Luisa actual no es aquella desconocida del 2023, cuando era sencillamente el cuadro escogido por la RC y tenía poco perfil propio. Sus actos se reducían a eventos oficiales del partido, y tarimas o caravanas con sus militantes.
Luisa González está intentando hacerse más «potable» hacia sectores que antes votaron en contra del correísmo.
Ahora estamos viendo otro posicionamiento, mucho más «despartidizado», menos atado a las estructuras e incluso más autónomo frente a la pesada figura del expresidente Rafael Correa. Su reciente gira por América Latina la llevó a encontrarse con los presidentes de gobiernos de izquierda, como Luiz Inácio Lula da Silva (Brasil), Yamandú Orsi (Uruguay), Gabriel Boric (Chile) y Gustavo Petro (Colombia), así como con el expresidente uruguayo José Mujica, lo que la posiciona como una líder regional que contará con interlocución internacional de resultar ganadora.
Luisa González está intentando hacerse más «potable» hacia sectores que antes votaron en contra del correísmo. Su figura resulta atractiva para un 5 % de los electores de Leonidas Iza, del movimiento indígena y la izquierda, que, aunque tienen resentimientos hacia la RC, buscan una alternativa «antiderecha», y resultan fundamentales para romper, a favor, el empate técnico.
En ese sentido, fue crucial la asamblea plurinacional que se llevó a cabo el miércoles de la semana anterior, donde participaron más de 70 organizaciones entre las que se encontró la poderosa Confederación de Nacionalidades Indígenas de Ecuador (Conaie) y el excandidato Iza. En el acto se pidió la unidad contra Noboa y aunque aún no le han dado el apoyo definitivo a González, han tomado la iniciativa de abrir un canal de diálogo con la candidata, a quien le han planteado una agenda programática (basada en enfrentar la minería, la reducción del IVA, la amnistía para activistas sociales encarcelados) que esperan le responda públicamente.
La candidata recibió el mensaje y lo calificó de «histórico».
La postura de las organizaciones sociales aunque no puede leerse como «cheque en blanco», podría cambiar la balanza electoral. Iza consiguió 5 % que ahora puede ser definitorio.
Tanto la derechización de Noboa, como la potabilización de González, pueden lograr un trasvase importante de esa votación que no es automática sino que tendrá que saberla ganar, dialogando y cediendo políticamente con la demandas de los movimientos díscolos con el correísmo.
Cuando quedan pocas semanas para saber quien gobernará los próximos cuatro años, ambas candidaturas despliegan estrategias, hacen giros discursivos y establecen alianzas nacionales e internacionales para ponerse a punto para el evento comicial del 13 de abril. Pero antes, se preparan para el debate presidencial que se llevará a cabo el domingo 23 de marzo.
Ociel Alí López