CONTAMINACIÓN LUMÍNICA
Por: ROSALÍA ARTEAGA SERRANO
En estos días, al hablar con una persona de la oficina espacial española, se me aguzó la curiosidad por un tema que ya venía llamando mi atención desde hace algún tiempo, y es el que tiene que ver con la enorme cantidad de luces que se encienden en las ciudades, sobre todo en las más grandes del mundo, pero que también se encuentran en los pequeños poblados.
Esa inquietud viene dada por los efectos que las luces producen en el ambiente, por ello se habla de contaminación lumínica, se habla de la ley del cielo, de controles sobre un tema que suele pasar tan desapercibido pero que puede estar en la raíz de problemas con los que antes no contábamos.
La experta astrofísica nos contaba sobre los impactos que las luces producen en el ambiente, en la biósfera y también en la propia situación y comportamientos de los seres humanos.
Con relación al ambiente, los científicos hablan de que no se debe iluminar hacia el cielo sino hacia abajo, guardando el cuidado para que la luz no se esparza hacia el cielo, quitando la visibilidad, pero ocasionando también una serie de problemas.
De igual manera se dice que inclusive la mala direccionalidad de las luces y su exceso provoca consecuencias en las especies, cambio de hábitos, descontrol, etc., absolutamente perjudiciales para el desarrollo y renovación de las especies.
Por otro lado el impacto de la luz, peor si es blanca, perturba el sueño, hace que las personas no descansen con lo que sube su nivel de estrés sube y por lo tanto también las intolerancias y hasta la violencia.
Vale la pena insistir en este tema para conseguir regulaciones más acordes con lo que ocurre actualmente en el planeta, pero también para hacer consciencia entre los habitantes de las responsabilidades compartidas que tenemos cada uno de nosotros para lo que nos rodea y actuar en consecuencia.