La pureza del sufragio
La pureza del sufragio
Un ser, un voto. El ciudadano solo ante el peligro, su presente y su futuro. La esencia de la democracia representativa se expresa con nitidez y en un ejercicio de responsabilidad a la hora de emitir un voto. Silente y secreto.
Ya se guardaron los sables de la campaña en los campos de batalla de la política. La voz altiva y la bala de cañón ya no cruzan pampas ni desaguaderos. La suma de heridos y caídos en combate queda para el relato de las incidencias. Solo cuenta el resultado.
Claro que, pese al silencio electoral que manda la ley, un silencio que debiera ser el valor alto de la ética pública si existe un ápice de decencia todavía, el ruido se establece en el cotarro de las redes sociales.
Con sus mentiras, con sus calumnias, con la campaña sucia que no cesa y que parece querer desgajar el último suspiro de un indeciso antes de que él se pare solo frente a la papeleta en blanco y la urna vacía.
Cuando todo está jugado no queda sino el valor intrínseco, simbólico y real en simbiosis de un ciudadano y un voto. Y millones de votos que luego de los comicios del domingo definirán los derroteros del país. Ese país no es algo etéreo.
Es la naturaleza y el paisaje, como bien lo definió Fabián Corral, pensador y un ser que recorre la ruralidad a caballo y sabe de sus silencios y teme ante sus misterios. Ese país es la expresión variopinta de su gente, de sus costumbres y culturas diversas, de sus distintos modos de ver el mundo y la vida y de aplicarse par salir adelante con esfuerzo y con una lucha cotidiana que vuelve al esfuerzo una razón válida para vivir y hacerlo de pie.
Altivamente. Por eso es que el acto comicial del domingo tiene la importancia del símbolo la virtud de la conciencia, de cada persona, con su familia, con sus íntimos y con los distintos, con su futuro pero con su presente para buscar que en el camino de la libertad y el respeto a los valores de la convivencia en sociedad se expresen los rumbos de crecer como seres humanos, como conglomerado con una ruta cierta hacia la prosperidad.
Esa prosperidad personal que se vuelca en la prosperidad familiar y en el bienestar colectivo y la solidaridad social indispensable. Por eso es que la decisión que cada uno tiene con su voto se vuelve millones de votos. Por eso es que la responsabilidad personal tiene un significado social. Todos estamos en la misma barca, o nos salvamos de la tormenta, de los vientos malignos de la pandemia, el desempleo y la crisis económica o nos hundimos en la vorágine de las olas que nos sumergen y nos ahogan. Depende de nuestro voto para que salga el sol y nos de abrigo y certezas. Por eso es clave el domingo que las personas a cargo de las Juntas Receptoras de Voto hagan su tarea cívica sin expresar en ellas sus afanes personales, con neutralidad y respeto a la voluntad popular.
Por eso es que quienes cuenten los votos sean observados con atención por los delegados de las candidaturas que deben cuidar cada voto y que la suma de los votos y escrutinios respete la voluntad mayoritaria y se defina el camino del país, que prevalezca la voz de la gente.
OPINIÓN
Por Gonzalo Ruiz Álvarez
Ecuador News
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