Dolor y miedo en las calles
Dolor y miedo aun se percibe en las calles
Ecuador es particularmente vulnerable a los terremotos
Algunos cariñosamente llaman a Machala la “Capital mundial del banano”. Esta comunidad portuaria en la costa del Pacífico de Ecuador es el hogar de alrededor de un cuarto de millón de personas y normalmente bulle de actividad comercial. Pero no este fin de semana, no después del terremoto mortal.
El dolor flotaba en el aire el domingo, un día después de que un poderoso temblor sacudiera esta ciudad, derribando casas y edificios a lo largo de la costa y tan lejos como la sierra ecuatoriana e incluso partes de Perú.
Escombros cubrieron algunas calles de Machala. Los vecinos celebraron funerales sencillos para enterrar a los muertos. Un muelle ya no existía. Y un día después del sismo que mató a nueve residentes solo a lo largo de esta costa duramente afectada, muchos en Machala se sentían angustiados e inquietos.
“La ciudad está tranquila, se siente miedo y luto”, dijo el residente Luis Becerra. “Sientes el dolor, el drama, dondequiera que vayas. Todo el mundo está alerta, con mucho temor por si se produce una réplica importante.
El sismo, que el Servicio Geológico de EE. UU. informó de una magnitud de 6,8, mató al menos a 15 personas e hirió a más de 445.
Catorce murieron en Ecuador y uno en Perú.
El sismo dañó y derribó cientos de casas y edificios en comunidades muy diferentes, tanto en las zonas costeras como en las tierras altas.
Pero en Ecuador, independientemente de la geografía, muchas de las casas que se derrumbaron tenían mucho en común: muchas eran viejas, no cumplían con los estándares de construcción modernos de un país propenso a los terremotos y muchos de sus habitantes eran pobres.
Yajaira Albarracín, Graciela Chila, Silvina Zambrano Chila y dos niños murieron bajo los escombros de su vivienda en una colonia popular de Machala. El domingo, unos vecinos se detuvieron frente a una carpa donde estaban expuestos los ataúdes de las mujeres con arreglos florales y un crucifijo. Algunos familiares dijeron que los rescatistas encontraron los cuerpos de las mujeres y los niños como si se hubieran estado abrazando cuando ocurrió el desastre.
El sismo tuvo su epicentro frente a la costa del Pacífico, a unos 80 kilómetros (50 millas) al sur de Guayaquil, la segunda ciudad más grande de Ecuador. De las 14 víctimas del país, 12 murieron en el estado costero suroeste de El Oro, que incluye a Machala, y dos en el estado montañoso de Azuay.
Ecuador es particularmente vulnerable a los terremotos. En 2016, un terremoto con epicentro más al norte en la costa del Pacífico mató a más de 600
El residente de Machala, Hamilton Cedillo, dijo el domingo que él y su familia apenas durmieron en las horas posteriores, por temor a las réplicas mortales. Han ideado un plan de evacuación y han visto videos sobre cómo protegerse en caso de que ocurra otro terremoto.
“Tengo miedo de irme y que mi familia se quede aquí sola en casa”, dijo Cedillo.
El Papa Francisco ofreció oraciones por las víctimas durante su bendición semanal del domingo al mediodía.
“Estoy cerca del pueblo ecuatoriano y les aseguro mis oraciones por los muertos y los que sufren”, dijo Francisco.
El gobierno de Ecuador emitió una declaración de emergencia que cubre las carreteras en Azuay, donde los escombros del terremoto cortaron varias carreteras y empeoraron las ya malas condiciones atribuidas a las tormentas de invierno. Una de las víctimas era un pasajero de un vehículo aplastado por los escombros de una casa en la comunidad de Cuenca.
En El Oro, según la Secretaría de Gestión de Riesgos, la agencia de respuesta a emergencias de Ecuador, varias personas quedaron atrapadas bajo los escombros o en edificios dañados.
El arquitecto de Quito Germán Narváez dijo que las casas más afectadas tienden a estar mal construidas, sin cimientos sólidos y deficientes en estructura y diseño técnico. Agregó que las casas más vulnerables suelen ser antiguas y están construidas con materiales como el adobe, que alguna vez se usó con frecuencia en la región.
“En momentos críticos de los movimientos sísmicos, tienden a colapsar”, dijo.
Juan Vera perdió a tres familiares cuando el terremoto derrumbó la casa de su sobrina. El gobierno se ha ofrecido a pagar el funeral de la mujer y los de su bebé y su pareja.
Ahora, Vera se pregunta por qué las autoridades locales permitieron que sus familiares vivieran allí para empezar, diciendo que el municipio debería regular mejor las condiciones de construcción y garantizar que solo se alquilen u ocupen aquellos que son realmente seguros.
“Por su edad, ese edificio ya debería haber sido demolido”, dijo Vera sobre el lugar donde murieron sus familiares.
TEMA DE PORTADA
Por la oficina de redacción
de Ecuador News en Quito
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