Los píes de barro del ídolo económico
Por Rodolfo Bueno
La Tercera Guerra Mundial, en la que, según el papa Francisco, estamos inmersos, la lleva a cabo EEUU mediante mecanismos de control absoluto: Sistemas económicos, bloques militares, prensa mundial, servicios secretos y una quinta columna en todos los países del mundo. En este escrito se va a tratar sólo el aspecto económico.
Al contrario del Faraón, que despertó luego de soñar que siete vacas enjutas y de feo aspecto devoraban a siete hermosas vacas gordas, los sátrapas de hoy no despiertan de la pesadilla que recorre el mundo; los datos confirman que se escucha la cadencia del último movimiento de la sinfonía macabra que el capitalismo compuso para las exequias de la humanidad. El derrumbe económico es ineludible.
Según Robert Kennedy Jr., precandidato demócrata: “Nuestras ciudades decaen, sus infraestructuras se desmoronan, nuestra clase media desaparece, la delincuencia se eleva y proliferan la adicción y las enfermedades crónicas”; pudo añadir, las bolsas de valores funcionan con operaciones especulativas, las industrias están al borde de la bancarrota, los precios de las materias primas son inestables y, a pesar de los billones de dólares inyectados por el Estado, la amenaza de crisis no amaina.
La Gran Crisis de 1929 fue generada por la acumulación del capital en muy pocas manos, ahora es mucho mayor. Además, las condiciones actuales son peores debido a que las riquezas de la naturaleza se agotan; se contamina el aire, la tierra y el agua; el calentamiento global deshiela los polos y los glaciares; se ha cuadruplicado la población y no es factible una solución en que las industrias crecen incesantemente, para que funcione la economía, tal cual lo exige el modelo neoliberal de moda.
Toda esta problemática subyace bajo la actual recesión económica que en la medida en que se agoten el petróleo y el gas provocará la disminución de la producción agrícola, lo que encarecerá el costo de los comestibles y generará hambre; la energía solar, la eólica, la geotérmica y la de las olas marinas, por ser limitadas, no resuelven el problema. La civilización occidental ha alcanzado los límites de su desarrollo.
Con la crisis bancaria de 2008 se inició un problema de alcance global, que afecta a la sociedad, la política mundial y la naturaleza. Sucede que la realidad económica y social son ajenas a los dogmas proclamados por el neoliberalismo; sobre todo, el que el mercado se autorregula sin la participación del Estado. Muy por el contrario, el grueso de los recursos estatales estuvo destinado a auxiliar a los grandes bancos, pues todos ellos buscaron refugio bajo el ala protectora del Estado. Está claro que esa ayuda se dio en detrimento de los demás rubros de la sociedad, excepto el militar.
La alta inflación impide que la economía se reactive, pues el consumidor disminuye su nivel de consumo, lo que provoca la paralización de las fábricas, que a su vez repercute en el desempleo; se crea así un círculo vicioso difícil de romper. Culpables: los banqueros ambiciosos, los prestamistas imprudentes, los políticos venales y una combinación de los tres. ¿Cómo pasó este despropósito?, pues ningún banquero quiere perder su dinero. La respuesta la da la mitología griega, cuyo primer hombre, Epimeteo, no veía más allá de sus narices, o el poema de Goethe, El aprendiz de brujo, cuyo solo nombre lo explica todo.
¿Cómo surgió el actual Sistema Financiero Mundial? En julio de 1944, en Bretton Woods, se establecieron las reglas para las relaciones comerciales y financieras entre los países del mundo, se creó el BM, el FMI, se estableció el dólar como moneda de intercambio del comercio internacional, se adoptó el patrón oro-divisas, en el que solo EEUU tenía el respaldo oro, que se comprometió a mantener al precio de 35 dólares la onza, y se le concedió la facultad de intercambiar “dólares por oro a ese valor sin restricciones ni limitaciones”. Así, el dólar se convirtió en la divisa de reserva más importante del mundo, sin que EEUU asumiera ningún compromiso frente al resto de países, cuyas monedas debían fijar su valor en relación al dólar.
La Guerra de Vietnam provocó el quiebre de este sistema, pues para financiarla EEUU emitió más dólares de lo debido. En 1966, el Presidente Charles de Gaulle convirtió en oro las reservas francesas de dólares, lo que provocó temor en Washington, ya que si los demás tenedores de dólares exigieran lo mismo, no tendrían oro con que responder a esa demanda. La situación se complicó tanto que Nixon, en agosto de 1971, perpetró la mayor estafa de la historia, eliminó la convertibilidad del dólar en oro. Desde entonces, la gigantesca pirámide de dólares no ha dejado de crecer, al extremo de que nadie sabe cuántos dólares circulan hoy en el mundo, y este es otro factor de la guerra actual.
Esta pirámide sin sustento está condenada a derrumbarse. Sólo el gobierno de EEUU debe sobre los 31.4 billones de dólares. ¿Cómo va a pagar esa deuda? Pues, contrayendo más deudas. ¡Qué absurdo! Como no hay dinero con que pagar, se imprime dólares y se paga. ¿Qué va a pasar cuando EEUU no pueda subir el techo de su deuda? No se sabe, pues hasta ahora lo ha subido y el efecto se conocerá cuando no lo pueda hacer, y podría ir desde graves disturbios internos y mundiales hasta la disolución de ese país.
La economía es realmente un embeleco científico; de otra manera no se explica por qué el mundo necesita de dólares sin respaldo para funcionar mal, pero de cualquier manera funcionar, porque, desde que Nixon eliminó el respaldo oro de los dólares emitidos, éstos se convirtieron en papeluchos, con los que EEUU adquiere bienes a manera de diezmo, o sea, obtiene productos reales y entrega dinero que fabrica como papel higiénico, en términos más suaves, vive como parásito.
Cuando los conquistadores españoles llegaron a nuestro continente, encontraron que los aborígenes no le daban al oro el valor económico que para ellos tenía y que los indios comerciaban con unas conchas llamadas spondylus y también con piedritas. En la actual economía mundial, el dólar se ha convertido en un amuleto de fe comercial, sin cuya aceptación la economía del mundo no funcionaría.
¿Hasta cuando va a durar esta superchería? Hasta que el actual orden mundial se desmorone y el mundo se canse de vivir bajo la tutela de EEUU, cuyo dólar le da acceso a una economía parasitaria, con la que financia las bases militares y los servicios secretos, que le han permitido en estos últimos ochenta años mantener un dominio casi absoluto. ¿A qué interés responde esta política? Al de sustentar la hegemonía de EEUU, estrategia en la que son secuaces tanto republicanos como demócratas, partidarios de conservar su sistema exclusivista, maligno para los demás.
A buena hora, el bloque BRICS, entidad geopolítica con otra visión sobre la cooperación multilateral, para salvaguardar el interés común de sus miembros, considera la posibilidad de crear su propia moneda, respaldada en oro; hasta ahora, más de 40 países están dispuestos a unirse a este proyecto. EEUU, que teme la rebelión de Asia, África y América Latina contra su dominio financiero, ve la política de Rusia y China contraria a su hegemonía financiera, lo que le genera el temor de que llegue el fin del reinado del dólar, y esta es otra razón para la guerra actual.
El Presidente Wilson, al comprender el error que cometió al firmar el decreto de creación de la FED, escribió: “Ya no somos más un gobierno que cumple la voluntad del pueblo, sino un gobierno bajo el control de un puñado de gente”. ¿Adónde conduce el control de EEUU por un puñado de gente? A que sus gobiernos hagan lo que quieran sin que les importe el bienestar de los demás. Así, en EEUU incrementan la extracción de petróleo y gas mediante el fracking, tecnología que consume grandes cantidades de agua, que luego retornan a la superficie acompañadas de gases altamente tóxicos y venenosos, que causan un desastre ambiental, tanto de las fuentes acuíferas como del aire, lo que a su vez repercute negativamente en la vida de los seres humanos, animales caseros y salvajes.
¿Por qué EEUU comete tamaña idiotez? Porque piensa vencer a Rusia en la guerra económica que lleva en su contra y, en general, contra el mundo. Resulta que Rusia es relativamente poca poblada, pese a ser el país más extenso del mundo y muy rico en recursos, principalmente energéticos. Por eso es un bocado apetitoso que pretende derrotar rebajando el precio del petróleo a valores irrisorios y, junto a Rusia, a Venezuela, Arabia Saudí, Irán, Argelia… Así de simple.
¿Qué va a pasar finalmente? Lo que EEUU nunca esperó: Que el tiro le salga por la culata y Rusia se fortifique más aún; que se consolide como nunca la amistad de China y Rusia; que el bloque BRICS crezca; que Europa, hasta ahora su leal vasalla, más temprano que tarde se independice de su férula asfixiante; que América Latina se unifique; que el tercer mundo no le tenga miedo; que la pirámide de tanto dólar emitido para mantener tanta ignominia se derrumbe. Es que siempre se desmorona la mentira acumulada, tal cual lo advirtió Lincoln.
OPINIÓN
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