Interpol busca al «Niño Guerrero»
Al temible asesino se le busca en Ecuador y otros países
Interpol ya incluyó en su lista de más buscados al «Niño Guerrero», líder del “Tren de Aragua”
Especialmente por la extorsión, el llamado «Niño Guerrero» logró una enorme fortuna con la cual se hizo al poder del Tren de Aragua, organización criminal surgida en Venezuela, pero que extendió sus tentáculos a otros países. Pudiera estar escondido en Ecuador, en donde se le sigue el rastro por la policía.
Lo último que se sabe en el caso del «Niño Guerrero» y «El Santanita», dos delincuentes buscados por las autoridades no sólo de Venezuela sino de Latinoamérica, incluida Ecuador, es que Interpol ya los incluyó en su lista de difusión roja
Debe decirse entonces que entre los delincuentes más buscados del mundo figuran, Héctor Rusthenford Guerrero Flores, alias «Niño Guerrero», y a Josué Ángel Santana Peña, alias «El Santanita»; ambos considerados de alta peligrosidad, actualmente evadidos de la justicia, tras la toma por parte de las autoridades del penal de Tocorón en Aragua, donde habían levantado una auténtica villa privada.
Sin embargo, sus crímenes van más allá porque son dos de los máximos jerarcas de la banda denominada Tren de Aragua, cuyos tentáculos abarcan varios países, en donde se dedican más que nada a la extorsión. Sus crímenes son ya incontables y se dedicaron también a la Trata de Blancas. Por supuesto, son transportadores y vendedores de drogas prohibidas.
El pasado 23 de septiembre, el Ministerio de Relaciones Interiores de Venezuela, publicó carteles de búsqueda para Guerrero Flores, pran (preso y asesino nato) y Santana Peña.
La difusión roja de Interpol es “una solicitud dirigida a las fuerzas del orden de todo el mundo para localizar y detener provisionalmente a una persona en espera de su extradición o entrega, o de una acción judicial similar”, según los estatutos de la institución internacional.
El «Niño Guerrero» tiene los medios y contactos suficientes para desplazarse hacia Colombia, Brasil, Perú, Chile, Ecuador o Estados Unidos; por lo que la policía que lo ubique tiene la obligación de detenerlo y, si hay tratados de extradición, devolverlo al país que lo solicite.
Salió por la puerta principal
El 28 de agosto de 2012, cuando el «Niño Guerrero» fraguó su primera fuga de la cárcel de Tocorón con la ayuda de su hermano, un cuñado y unos guardias a los que le pagó 400 dólares, ya se le conocía como uno de los “tres papás”, los tres pranes o principales del penal, como se les dice a los reclusos que se imponen y terminan gobernando algunas prisiones en Venezuela.
No fue una fuga de película. Salió de madrugada por la puerta principal y se ocultó en una ciudad de los llanos venezolanos, hasta que una comisión policial, casi un año después, detuvo el carro con una matrícula falsa en el que viajaba con otros tres hombres. Llevaban algunas porciones de marihuana y él, Héctor Rusthenford Guerrero Flores, tenía una identidad falsa que se corroboró al hacer la comprobación de sus huellas en la reseña policial, según la investigación de la periodista Ronna Rísquez, autora de El Tren de Aragua (Editorial Dahbar), publicado este año.
Al pran de Tocorón lo recapturaron hace 10 años, le agregaron más delitos a un expediente que se inició con tráfico de estupefacientes y ocultamiento de armas de guerra, pero lo volvieron a encerrar en lo que hasta hace unos días era su reino con amplias libertades.
Pudo pagar su condena de 17 años, 2 meses y 2 días, que se cumplieron a finales del año pasado, a la par que logró expandir su organización delictiva por varios estados de Venezuela y un puñado de países de América Latina. Y ahora nuevamente lo están buscando.
Llegó a su escondite
El Gobierno venezolano desplegó un enorme operativo con más de mil funcionarios para tomarse la cárcel de Tocorón, en donde ya había indicios que era la guarida de la peligrosa banda conocida como el Tren de Aragua.
Desde allí salían muchas órdenes para los criminales asociados en todas partes, pero la policía venezolana finalmente llegó a su escondite, ubicado insólitamente en la misma prisión, pero el «Niño Guerrero», que había cumplido su condena ya se había ido. Se difundieron un par de fotos de Guerrero Flores, que apenas cumplirá 40 años en diciembre, en las que aparece con ropa deportiva, con un fusil casi de su tamaño; y otra de frente con sus cejas gruesas, que es la imagen más conocida del jefe de la megabanda delictiva la más poderosa de Venezuela.
“No se puede decir que está fugado, aunque el «Niño Guerrero» pues podía entrar y salir de Tocorón tranquilamente”, dice Rísquez en entrevista para el diario español EL PAÍS. Sin embargo, la idea es que responsa por múltiples delitos que ha ordenado,
Tenía un fuero especial
Una de esas salidas que hacía El «Niño Guerrero» las relata Rísquez en el libro. En 2016, durante el Carnaval, unos funcionarios se acercaron a una fiesta que ocurría en un yate lujoso de gran tamaño, atracado en las costas del estado Aragua, que les pareció sospechosa. Al abordar a los tripulantes, el pran se identificó con su nombre Héctor Guerrero Flores y su alias, y mostró un documento del Ministerio de Servicios Penitenciarios que lo autorizaba a transitar por el territorio nacional.
Al reportar a sus superiores que tenían al «Niño Guerrero» , recibieron la orden de retirarse del lugar, de acuerdo al relato que los policías involucrados le hicieron a la periodista. Pese a ese incidente, Rísquez señala que el delincuente tenía muy bajo perfil. “Se sabía que era la persona que mandaba, pero cuando en otros países empiezan a detener a miembros de su organización, incautan teléfonos e interceptan mensajes, incluso audios con su voz, en las que empiezan a mencionarlos —como los ‘tres papás’— accidentalmente para ellos se empieza a saber del «Niño Guerrero» y el Tren de Aragua en la región”.
Los otros dos jefes o papás del Tren de Aragua, ambos de 45 años, también están libres, como cuenta la periodista en su investigación, y también sabían pasar desapercibidos. De hecho, a los tres los dieron por muertos en los medios de comunicación durante un operativo que hizo la policía venezolana en San Vicente en 2015, uno de los predios que controlaban desde la cárcel, con acceso al Lago de Valencia por el que se desplazaban. Tiempo después se supo de ellos. Larry Amaury Álvarez Núñez, alias Larry Changa, llegó a Santiago de Chile en avión en 2018 y se camufló como un migrante emprendedor que gerenciaba un foodtruck cerca del Palacio de la Moneda, aun teniendo antecedentes policiales en su país. Fue hasta 2021 que la policía chilena empezó a seguirle a pista, cuando lo vincularon a un homicidio relacionado a la venta de un vehículo de su propiedad.
Esta era una de las modalidades con las que la banda hace dinero. La plataforma marketplace de Facebook fue usada como anzuelo de personas interesadas en comprar coches, a las cuales le ofrecían un buen precio y a la hora de encontrarse para concretar la venta eran robados y a veces asesinados. En Chile le perdieron la pista en marzo de 2022, luego de no obtener información de autoridades venezolanas para continuar con las averiguaciones.
El otro pran del Tren de Aragua, Johan José Romero, alias «Johan Petrica», intentó en 2022 registrar a su hijo de cuatro años nacido en Brasil, cuando disparó las alarmas de las autoridades de ese país, relata Rísquez en el libro. Ahora se dice que se mantiene en el sur de Venezuela al frente del negocio de la minería ilegal de oro del Tren de Aragua en la zona de Las Claritas.
Reino demolido
El «Niño Guerrero» , al que en la jerga policial lo identificaban como el 1 de Tocorón, construyó una ciudad en la cárcel que gobernaba hasta hace un par de semanas.
Rísquez describe en su libro a Tocorón como un parque temático, con ese toque de irrealidad que tienen estos lugares. Vio la piscina, la discoteca Tokio, el zoológico con un pavo real albino, presos viviendo con sus familias, el restaurante La Sazón del Hampa, unas especies de taquillas bancarias para el pago de “la causa” —la extorsión semanal que el pran cobra a los presos por permitirles vivir—, motocicletas de alta cilindrada, presos que actuaban como guías y recibían a las visitas, un estadio de béisbol llamado Tren de Aragua, hombres armados de distinto rango que cuidaban al jefe como “gariteros” o “luceros”, la división de clases entre los llamados “manchados”, que no tienen familia que los visite o están enfermos de VIH o tuberculosis, denigrados y a cargo de las iglesias cristianas, y los “bautizados” u “ovejas” que, de acuerdo a una fuente de la periodista, El «Niño Guerrero» —también evangélico— consideraba a los que profesaban su fe “de verdad”. También había tiendas que decían ofrecer ropa de marcas como Balenciaga o Gucci y otras que vendían cocaína y crack.
Durante la toma, las autoridades encontraron 14 armas largas y dos cortas, 40 granadas antitanque, 80 kilos de C4, 400 mil municiones de diferentes calibres, 15 cohetes autopropulsados y otros materiales bélicos. También han revelado un sistema de túneles dentro de las instalaciones. Este sábado, unos tractores habían comenzado a demoler todo lo que construyó «Niño Guerrero» en el Centro Penitenciario de Aragua.
¿Estará en Ecuador?
En Lima, la capital de Perú, una mujer transexual fue acribillada con 31 disparos el pasado mes de marzo. El asesino grabó su ensañamiento y lo difundió en las redes sociales.
En el norte de Chile, en la ciudad de Arica, dos cuerpos fueron exhumados el mes pasado. Se descubrió que ambos habían sido sepultados con vida.
En mayo también, la Fiscalía de Colombia corroboró que un bar, en Bogotá, había sido utilizado para descuartizar personas.
Detrás de estas atrocidades está el Tren de Aragua, una organización que surgió como un sindicato de construcción de una obra inconclusa, en Venezuela, allá por el 2009 .
Entre sus actividades delictivas sobresalen también la trata de personas y la explotación sexual, las que les les reportan mayores dividendos. Obtienen el controlen todas partes a sangre y fuego.
Una de las habilidades del Tren de Aragua es haber identificado rápidamente lo que pudiésemos llamar oportunidades de negocios criminales. Cuando los países comienzan a ponerle restricciones a la migración venezolana, era claro que la población no iba a dejar de marcharse. ¿Qué hicieron? Guiar a los migrantes por vías irregulares como los coyotes en México. Al controlar las trochas [caminos informales], también controlaban la mercancía ilícita.
En Ecuador se dedican a lo mismo. Esta semana varios negocios han sido baleados por motorizados. O no pagaron las extorsiones, o se les está diciendo que ellos pueden protegerlos, previo pago de altas sumas, que en buen porcentaje llega a manos del «Niño Guerrero».
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Por Servicios Asociados a Ecuador News
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