De Quinindé al PSG: el poblado ecuatoriano en el olvido que forjó al gran Willian Pacho, flamante campeón de la Champions League

En un poblado de Ecuador cercano al océano Pacífico, la «muralla» del París Saint-Germain sobrevivió a la necesidad gracias a su amor por el fútbol.Willian Pacho, el hijo más famoso de Quinindé, acaba de alcanzar la gloria en Europa al ganar la más importante competencia futbolística, la Champions League.
Antes de jugar en el Parque de los Príncipes, el defensa de 23 años forjó su capacidad para quitar balones en esta población de mayoría negra y dedicada principalmente al cultivo de palma africana, cacao y banano.
Pacho pateó por primera vez pelotas en una calle de tierra, rodeado de sencillas casas con techos de latón en el barrio Luz de América, hasta dar el salto al fútbol profesional en su país y luego al Viejo Continente.
El sábado anterior sus exvecinos y los nuevos futbolistas que buscan seguir sus pasos, con carencias pero llenos de admiración, debieron contener la respiración.
Durante el partido frente al Inter de Milán que se disputó en Múnich «se paralizó el país, se paralizó Quinindé», dice Tomás Arboleda, un exfutbolista profesional que vive en este poblado de 135.000 habitantes.
El primero
Pacho se convirtió en el primer ecuatoriano en ganar la competición más importante de clubes del mundo con el mérito de nacer en esta población de la provincia de Esmeraldas, que en la actualidad es una más golpeadas por los grupos armados dedicados al narcotráfico.
En Ecuador ocurre un homicidio cada hora, según cifras oficiales.
Pacho «era un pelado (niño) bien formadito desde pequeño, él no fue malo ni grosero con nadie. Él jugaba aquí en el barrio con otros muchachos, venían, jugaban todas las tardes», recuerda Aníbal Castillo, un comerciante de 68 años.
Hoy la vía en la que acarició por primera vez el balón está pavimentada y conecta con una pequeña escalinata cubierta de maleza que conduce a un río en el que la gente se baña y lava ropa.
La cancha del Huracán, el primer club aficionado al que perteneció, sigue con el césped descuidado, baches y arcos sin redes. Así entrenan varios niños y adolescentes que lo consideran su ídolo.
Su éxito es «una alegría, porque hay más posibilidades que nos vean afuera», en el exterior, dice Michael Moreno, de 15 años.
Quinindé, como buena parte de los poblados del litoral Pacífico, sufre las consecuencias de la violencia sin precedentes de Ecuador por los narcotraficantes que utilizan los puertos de esta región para exportar cocaína.
Pero ver a Pacho triunfar es un motivo de orgullo. Después de dejar su pueblo fue al Independiente del Valle, en Quito, donde debutó justo el día que falleció su madre a los 51 años, razón por la que usa ese número en su dorsal.
Luego pasó al Royal Antwerp belga y de ahí al Eintracht de Fráncfort de la Bundesliga.
En 2024 saltó al PSG a cambio de 45 millones de euros (49 millones de dólares). El DT español Luis Enrique lo describió recientemente como un jugador «top mundial».
Tenemos en Pacho «un ejemplo de jerarquía (…) Nadie ha llegado donde está él», señala Arboleda.
Todo un «señor»
Ahora «hay que tratarlo como otro señor más», bromea Jaime Castillo, un albañil, en referencia al estatus que alcanzó aquel joven «humilde» y «tranquilo» que vio crecer en Quinindé.
Esmeraldas ha aportado a la selección ecuatoriana otros futbolistas destacados como Enner Valencia, Piero Hincapié y Pervis Estupiñán.
Arboleda señala que los jugadores que nacieron en esta cuna humilde se han «criado en el potrero» y lamenta la «falta» de infraestructura para el fútbol.
Incluso el crimen organizado recluta niños y adolescentes para entrenarlos como sicarios o traficantes de drogas en esta región.