El código de barras: la idea que nació de un dibujo en la playa
Ha sido un sistema que agilizó no solo las ventas, sino los inventarios. Con el tiempo ha evolucionado, pero ya son 7 décadas que llegó para quedarse.
El código de barras se ha convertido en un indispensable para los productos que compramos en los supermercados, farmacias y otros establecimientos de compraventa. El inconfundible sonido del lector de código de barras al pasar sobre un artículo es algo a lo que nos hemos acostumbrado, y no es para menos, es algo que lleva con nosotros desde hace 70 años.
Sus antecedentes se remontan a 1932, es decir, hace 90 años, cuando un grupo de estudiantes de la Escuela de Administración de Empresas de Harvard reflexionaba sobre método que facilitase las compras por catálogo. Sin embargo, el invento no cobraría forma hasta el 20 de octubre de 1949, gracias a los norteamericanos Norman Woodland, un ex ingeniero del Proyecto Manhattan, y su amigo Bernard Silver. Pasaría más tiempo hasta que los creadores registrasen la patente, concretamente el 7 de octubre de 1952.
EL PRECURSOR DEL CÓDIGO DE BARRAS
Si nos remontamos a esa primera idea del alumnado de Harvard, su intención era diseñar un producto que permitiese a los clientes retirar una tarjeta de aquel artículo que querían comprar de un catálogo para dársela a los empleados. De este modo, estos últimos podían pasarla por un lector mecánico para conocer más información sobre el producto y su ubicación en el almacén para poder facilitarle la compra rápidamente. No obstante, este proyecto no es el que conocemos a día de hoy.
Para que los cambios se produjesen y realmente podamos hablar del código de barras, debemos adelantarnos dos décadas, cuando los mencionados Bernard Silver y Norman Woodland, del Instituto de Tecnología de Drexel, en Filadelfia, colaboraron para sacar a la luz el invento.
¿CÓMO FUE LA IDEA INICIAL?
Silver y Woodland hicieron que cada código de barras tuviese un patrón distinto, único por artículo, incluso aunque hubiese más de uno. Estos primeros códigos tenían cuatro líneas blancas sobre un fondo oscuro, pero con el tiempo se podrían ir añadiendo más líneas para aumentar el número de clasificaciones.
A lo largo del tiempo, han ido añadiendo muchos más productos con códigos de barra, por lo que la decisión de que se pudiesen añadir más líneas fue muy importante. Según calculaban, con cuatro líneas se podían hacer siete combinaciones y con diez se llegaban a las 1.023.
LA IMPRESIÓN DE LOS CÓDIGOS DE BARRAS
En un principio, Woodland quería usar una tinta especial que brillase con luz ultravioleta, pero
esta característica iba a hacer que la producción fuese más cara y que no permaneciese con el paso del
tiempo. Pensando en una forma eficaz sobre su impresión, el inventor finalmente se inspiró en el código Morse (pionero del internet, cuyos mensajes eran transmitidos por medio de sonidos eléctricos cortos y largos) para crear un lenguaje para la creación.
Según se rumorea, la idea se le ocurrió estando en la playa. Usando la arena como lienzo, el ingeniero dibujó los puntos y guiones del código Morse y pensó en hacerlo con líneas más gruesas y finas para el código de barras.
Una vez pensado este último aspecto, los inventores apodaron a su creación ‘Aparato y método de clasificación’ y emitieron la patente hace 70 años. Esta usaba un código binario que podía leerse fácilmente y traducirse a cualquier idioma con un escáner.
DEL INICIAL AL MODERNO
Woodland y Silver sentaron las bases del código de barras que se usa hoy para el transporte de mercancías, el inventario, la venta de productos y otro sinfín de operaciones cotidianas.
A pesar de que el código de barras se utilice a diario, los inventores no recibieron casi nada de las ganancias que se han obtenido por su creación. Su patente fue rápidamente vendida a la empresa Philco y, posteriormente, esta se la dio a RCA.
Entonces, era complicado hacer el negocio que actualmente se hace con los códigos de barras, pero la tecnología disponible en décadas posteriores facilitó crear máquinas más rápidas de escaneos.
El primer sistema moderno de escaneo lo instaló la misma RCA en una tienda de comestibles Kroger en 1972.
Este incorporaba un rayo láser que permitía leer los códigos de barra de forma rápida y eficaz si se comparaban con los escáneres de mano en los establecimientos que había en esa fecha.
Al igual que los primeros códigos de barra, los de ahora usan una serie de líneas con distintos grosores que van acompañados de números binarios. Sin embargo, el sistema de escaneo actual es más práctico
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